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El final de un amor no correspondido

Capítulo 17

Fue entonces cuando gradualmente caí en mis pensamientos.

─ Señorita.

El caballo se detuvo, Dale me llamó en voz baja.

Ya estaba en la mansión.

Con los puños cerrados, salí del carruaje.

─ Gracias por hoy, Dale, tal vez no haya sido de tu agrado, pero gracias por quedarte conmigo todo el día de hoy.

Lo saludé y me alejé del carruaje. Tengo que volver corriendo a la parte trasera de la mansión.

Podré completar la salida de hoy de manera segura sin que mi madre se entere al regresar a la habitación a través del pasadizo secreto que he perforado. De esa forma, incluso Samira se sentirá aliviada.

─ Señorita.

Al oír la llamada de Dale, miré hacia atrás. Dale me miraba y sonreía débilmente. De repente me dio una bolsa de papel que estaba a su lado.

─ Esto, tómalo.

─ ¿Qué es esto?

─ Es pan de higos.

Pan de higos.

Era un pan que estaba en pleno apogeo en la capital que se estaba volviendo popular. Es un pan horneado con mermelada de higo dulce y pulpa de higo mezclada con merengue suave, que era muy popular entre las damas de todas las edades.

Pero solo había oído hablar de ese rumor y nunca lo había comido ni siquiera una vez. En realidad, lo intenté varias veces, pero cada vez que iba, siempre estaba agotada. Es un pan tan popular.

Me acerqué y recibí la bolsa de pan. ¿Cómo consiguió esto el abuelo Dale? ¿Por qué me daría esto? Fue cuando miré a Dale con expresión de desconcierto. De repente me di cuenta de que Dale me estaba mirando con una leve sonrisa. Una expresión que nunca me hizo.

─ A Martha le gustaba la señorita. Eso es lo mismo para mí. Esta casa estuvo siempre lúgubre y silenciosa durante tres años cuando la señorita no salía de la habitación.

Dale continuó suavemente.

─ Para mi hoy es un día muy feliz desde que la vi. Bueno, no tanto. Creo que la señorita ha vuelto a su estado original y se rió con ganas mientras vertía la tierra en el jardín.

─ Dale.

Creí que Dale solo me odiaba.

Asombrada, apreté la bolsa de papel en mi mano. Esta fue la primera vez que escuché los pensamientos internos de Dale. Pensé que solo pensaría en mí como la familia del empleador.

En el momento en que escuché la historia de Dale, mis ojos se pusieron extrañamente rojos.

El abuelo Dale se rió de nuevo cuando vio mi expresión.

─ Bueno eso…solo quiero que la señorita sea feliz. Lamento que hayamos hablado demasiado sobre cosas hirientes hoy.

─... Gracias, abuelo.

Y en ese momento, los pensamientos en mi mente se organizaron. Todas las preocupaciones en las que estaba pensando se sentían claras.

Todos están ansiosos por mi felicidad. Incluso el abuelo Dale, quien yo pensaba que era frío conmigo.

Y esa felicidad en realidad puede ser algo que solo se puede encontrar a través de otras acciones. En lugar de aferrarme a Rubellus, que ya es un caso finalizado, mejor sería tomar otras acciones, por supuesto, una cita a ciegas es solo una cita a ciegas, es imposible tener altas expectativas con eso, pero…

Sí, echemos un vistazo.

Es una cita a ciegas.

De todos modos ahora tenía que hacer algo por mí misma.

Con los puños cerrados, dije, mirando directamente al abuelo.

─ Lo intentaré.

Por supuesto que no lo sabía en ese entonces. Nunca soñé que las cosas saldrían así.

***

“Su Majestad, sus ojos son diferentes al de los demás.”

“Lo sé, Maestro.”

Rubellus respondió, sosteniendo el bolígrafo con fuerza. Era hora los estudios imperiales básicos. Notas y materiales didácticos familiares. La mano que sostenía la pluma era pequeña incluso para él.

Oh, es un sueño.

En ese momento, Rubellus se dio cuenta naturalmente. Fue cuando tenía cinco años, y estaba aprendiendo ortografía, escritura y caligrafía.

Era un sueño de la época en que lo llamaban el "príncipe fantasma" porque solo se le informó de su existencia pero su voz nunca fue escuchada y su rostro nunca fue visto.

Ese sueño fue cuando el duque Wildenviston le entregó los lentes por primera vez.

“Según la historia del imperio Zahard, sus ojos rojos se atribuyen a la maldición de una serpiente blanca devorada por un águila gigante. La gran deidad que tenía la tutela de Zahard, el Águila Zahard, había mordido la garganta de la Serpiente Blanca que dormía en ese lugar, la cabeza de la serpiente blanca fue cortada pero maldijo que uno de sus descendientes nacerá con esa voluntad…. Así que las personas nacidas con ojos rojos nunca han sido bien documentados en la historia. El que tuviera la maldición sería temido por todos, y aborrecido desde temprana edad.”

“Y yo tengo esos ojos rojos.”

Rubellus suspiró y respondió. Eso es. Él tiene ojos rojos.

Entonces, hasta los siete años de mi nacimiento, tuve que permanecer en las profundidades del palacio imperial, como un príncipe fantasma, cuya existencia fue negada.

Pero no tuvo más remedio que hacerlo. Los ojos rojos de Rubellus tenían una energía extraña, y ha habido innumerables sucesos extraños en la familia imperial desde que nació. Todas las señales eran ominosas.

Por ejemplo, mientras deambulaban por los aposentos de Rubellus, las sombras de todos se ensanchaban y se reducían a plena luz del día. Varias doncellas se desmayaron por el miedo.

“...¿Qué piensas?”

Fue en ese momento. El duque Wildenviston hizo "esa pregunta".

Para proponer una solución cuya finalidad era cambiar el estilo de vida de Rubellus, esa etapa era como pisar el primer escalón.

El pequeño Rubellus no respondió fácilmente, pero miró el rostro del duque. El duque Wildenviston era entonces un hombre apuesto de cabeza fría, sin canas blancas y ojos azules.

Ira se ve exactamente como su padre, el duque Wildenviston. Ira también se ve muy determinada y fría cuando ella queda en silencio cuando pasa algo muy serio.

Por supuesto, era una palabra que nunca se había dicho a nadie en ningún otro lugar. Y en ese momento, Ira probablemente acababa de cumplir cuatro años.

Mientras Rubellus se preocupaba por sus palabras, el duque Wildenviston volvió a preguntar.

“¿De verdad cree que no puede ser un verdadero Emperador porque tiene los ojos rojos?”

Rubellus estaba perdido en sus pensamientos y negó lentamente con la cabeza.

“No.”

“Sin embargo, el emperador de ojos rojos nunca ha sido bien documentado en esa historia.”

“Pero yo soy diferente a ellos.”

Rubellus respondió en voz baja. No fue por la modesta sensación de privilegio. Rubellus estaba seguro de sí mismo.

En el momento en que nació y tenía uso de razón, sabía que era más inteligente y era mejor que nadie, además de tener un cuerpo que ningún otro tenía.

Si no soy yo, nadie puede ser emperador.

Fue cuando, el duque sonrió alegremente a Rubellus.

Rubellus sabía que había pasado una serie de pruebas con su propia habilidad.

El duque vio una cierta posibilidad de sí mismo y se convenció.

“Su respuesta es correcta, alteza.”

El duque que lo miró fijamente sonrió.

“Su alteza, hay un total de veintitrés emperadores de Zahard. De ellos, solo tres tenían los ojos rojos.”

El duque habló lentamente.

“Sin embargo, quince de los veintitrés emperadores vieron temblar sus sombras y tenían un poder e inteligencia excepcional. Incluyendo a su alteza los tres emperadores que tenían esos ojos rojos.”

Por el momento, los ojos de Rubellus se abrieron de par en par. Rubellus, de siete años, sabía exactamente de qué estaba hablando.

“Su alteza, no importa qué poder tenga o qué tipo de poder cause, Dios cree que su alteza usará todo ese poder para el imperio Zahard.”

El duque empujó con cuidado la lente y la caja que guardaba la lente.

“Dios no está tratando de insultar a los antepasados que no tenían ojos rojos, sino planteando una posibilidad. Ahora es el turno de su alteza hacer una elección.”

El joven Rubellus estuvo mirando fijamente el compartimento de la lente un buen tiempo.

Y…

El amanecer salió y su resplandor apareció en una habitación que se encontraba en silencio.  

En la habitación donde no había nadie, Rubellus abrió los ojos.

─ ….

No existía tal cosa como frotarse los ojos o darse la vuelta una y otra vez para dormir un poco más. Simplemente saltó del lugar y apoyó su espalda en la cabecera de la cama. Sus ojos rojos miraron silenciosamente alrededor del silencioso dormitorio, donde no había sirvientes.

Mientras soñaba, la oscuridad lo advirtió.

Rubellus chasqueó ligeramente su lengua y abrió la boca.

─ ¿Debería decirte que salgas?

Y entonces.

Los hombres enmascarados cayeron levemente del techo. Todos sostenían una espada afilada en sus manos. Ellos bajaron en silencio y miraron a Rubellus.

Rubellus conocía mejor que nadie esta energía que empezaba a llenar el espacio. Esta era su vida cotidiana.

Este aire frío y oscuro por el que he pasado muchas veces y lo seguiré experimentando.

Sin embargo, a pesar de las palabras de Rubellus los asesinos no se inmutaron ni una sola pulgada. Rubellus suspiró y volvió a abrir la boca.

─ ¿Cómo está el tío?

─……

Aunque el tono era muy tranquilo, aún no contestaban, a pesar de esto, Rubellus esperó una respuesta y luego volvió a hablar.

─ Quizás no puedas saludar. Los estaba esperando. No tienen idea de cuánto tardaron.

─ Muere en silencio.

Tan pronto como terminaron las palabras de Rubellus, un asesino bajó.

Aún no comprendes tu situación. Rubellus los miró con expresión lastimera. Luego, brevemente pronunció una palabra clave.

─ Luz

El interior de la habitación comenzó a iluminarse de una vez. La apariencia de los asesinos se revelaron claramente, y pronto las sombras de los asesinos comenzaron a oscilar.

Los asesinos, aterrorizados, sacaron las pequeñas dagas con la otra mano.

Entonces uno de los asesinos gritó.

─ Apaga las luces.

En ese momento, todas las luces de la habitación se apagaron nuevamente. Una de las cejas de Rubellus se arqueó ligeramente. Uno de los asesinos murmuró en un tono lleno de burla.

─ ¿Pensaste que habríamos venido aquí sin ni siquiera prepararnos? Hace mucho tiempo que se sabe que Rubellus Ade Zahard manipula las sombras. Sin una luz, no puedes tomar tantas vidas como quieras. Ojos rojos siniestros...

─ No, no, espera un minuto.

Rubellus los interrumpió. Fue una voz llena de risa. Pronto Rubellus se echó a reír a carcajadas. Se rió con mucha libertad, haciendo que los asesinos entraran en pánico, quienes habían experimentado innumerables entrenamientos para ser asesinos.

─ Sabía que estarían listos, pero no sabía que ibas a apagar las luces.

─ ...¿qué?

─ No, es esta es la verdad. Piénsalo, las sombras son oscuras.

─Qué-

En ese momento, Rubellus movió su dedo sin siquiera escuchar una respuesta. Un rincón en la oscuridad pareció balancearse, y un ruido de gritos agonizantes se escucharon desde un rincón de la habitación.

******

(NT: eso si no me lo esperaba, creo que hay magia en esta novela… se vuelve cada vez interesante.) 


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