Capítulo 3. El esposo regresa siendo un adulto
Al mismo tiempo, las fuerzas armadas reunidas en la tienda comenzaron a agitarse. Su mirada desfavorable se dirigió a los hombres Richard.
Desde el principio, el Ejército Imperial no estaba en buenos términos con los caballeros de Rubelin.
El comandante, el jefe del ejército imperial, a menudo ideó malas estrategias en cada batalla. Además, era un hombre vanidoso que no quería seguir las estrategias de una persona más joven.
El ejército imperial tampoco siguió el mando del relativamente joven Richard, pero se sentían inferiores, no le agradaba que Rubelin se llevara todo el reconocimiento.
Los caballeros de Thompson y Rubelin les dispararon una mirada y luego salieron de la tienda.
Richard se había ido a organizar y limpiar la base.
Uno de sus hombres le preguntó a Thompson, suspirando.
— Sir Thompson, ¿por qué tiene tanta prisa el joven Duque? A pesar de que su Majestad el Emperador lo elogió, sería bueno pasar por el reino por un tiempo.
En respuesta, Thompson se encogió de hombros.
— ¿Cómo lo sabría? Bueno, supongo que incluso en su naturaleza tiene un tarro de miel.
[que tiene a alguien especial]
***
Elisa miró los papeles que tenía delante.
[Carta de aprobación de divorcio]
El matrimonio en Arencia fue una promesa hecha bajo el mandato de la diosa del amor, la diosa Arenne.
Por eso, cuando se divorcian, se cree que deben pedirle permiso a la diosa y así recibir su bendición, para que otro amor y la felicidad llegue en el futuro de los dos que se quedan solos.
‘Después de este invierno, yo también seré un adulto.’
Tenía la misma edad cuando se casó con Richard y prometió divorciarse.
Incluso cuando era mayor, estaba dispuesta a cuidar más del ducado como anfitriona de Rubelin hasta que Richard regresara, pero ya no había necesidad de demorarse ya que el dueño de este castillo regresaba justo a tiempo.
'He preparado los fondos del comercio y también los fondos de mi jubilación... Ahora lo único que queda es la villa en Sornetti…’
A principios de este año, Elisa, a través de su amigo Ansel, compró una cabaña con su nombre de soltera en Sornetti. Fue posible gracias a la expansión de la familia Arden a Sornetti hace unos años.
Sin embargo, la villa se dejó vacía durante mucho tiempo y no se mantuvo en absoluto.
Por eso, Elisa le pidió a Ansel, que estaba cerca de Sonetti, que reparara la villa.
Sin embargo, este verano, debido a los daños del tifón, el cronograma se retrasó y las reparaciones estaban programadas para completarse solo el próximo verano.
No era el momento adecuado para la primavera cuando Elisa se divorciaría de Richard y dejaría el castillo de Rubelin.
'Tengo suficiente dinero, pero ¿no puedo encontrar un lugar donde quedarme mientras tanto?'
Elisa no estaba muy preocupada por eso. Había otra cosa en la que pensar ahora mismo.
— Tengo que hacer un presupuesto para el banquete de celebración del regreso.
No hace mucho, la tienda de alimentos era abundante gracias a la gran cantidad de alimentos obtenidos a través de intercambios con el Sur.
Además, el Palacio Imperial estaba preparando un festival para los héroes de la guerra, por lo que seguramente los Caballeros de Rubelin irán al Reino. No había nada que apresurar.
Descansaría por hoy.
Elisa se levantó de su asiento y se estiró. Luego salió de la oficina para ir a su dormitorio.
Luego, desde el otro lado del pasillo, Anne corrió feliz.
— ¡Señora!
Elisa miró a Anne con dudas.
— Anne, ¿Qué está pasando con tanta urgencia?
— ¡Señora, no hay tiempo!
— ¿De qué no hay tiempo?
— ¡El joven Duque... viene en camino hacia acá!
— ¿Qué?
— Necesito preparar un banquete rápidamente...
Incluso antes de que Anne terminara de hablar, llegó otra persona hacía Elisa. Fue Aaron, el ayudante de Albert.
— Joven Dama, Su Excelencia la está buscando.
— Anne, tardaré un segundo y luego iré.
Elisa devolvió a Anne y se dirigió al dormitorio de Albert con Aaron.
— Señor, la joven dama ha venido.
Aaron esperó frente al dormitorio y Elisa entró sola en el dormitorio de Albert.
Cuando entró a la habitación, el olor a hierbas medicinales le atravesó la nariz. Era el mismo olor que olía cada mañana, cada vez que venía a dar saludos formales.
Elisa respiró hondo y se acercó a la cama.
Había un anciano que estaba completamente enfermo en la cama.
Las manchas de la edad florecieron en su cara y el sonido de la respiración era tan peligrosamente baja que no sería sorpresa cuando se detuviera, pero sus ojos estaban tan amargos como cuando los vio por primera vez.
— Ha llamado, señor.
— Escuché que él ... viene directamente al ducado.
Albert, que estaba tratando de hablar, fue acatado por una tos repentina y finalmente volvió a hablar.
— Cuando Richard regrese... Haz lo que sea necesario para tener un hijo de ese tipo.
— .....
— Es lo que debes hacer. Es para lo que eres útil, y es la única razón por la que te he alimentado y criado hasta ahora. Oh, si no puedes dar a luz, no hay razón para tenerte en mi casa.
— Espera a que Richard regrese, límpiate. Para que puedas recibir las semillas de inmediato...
Los ojos de Albert, al decirlo, tenían la vista de la última chispa de vida.
Fue intenso, como si fuera lo último que tenía por decir antes de unirse a las antiguas generaciones una vez cerrara los ojos, parecía como si estas palabras estuvieran consumiendo lo último de su vida.
Era como si solo se mantuviera respirando por capricho para cumplir su último deseo.
Independientemente de cuáles fueran sus aspiraciones, era una pena que los moribundos no pudieran hacer más que medio respirar. Pero...
‘De ninguna manera, no voy a sacrificar la felicidad de otras personas solo por tu deseo egoísta’.
Elisa no se iba a arrepentir de no cumplir este último deseo. Por lo tanto, dio una respuesta sin importancia.
— Sí. Lo haré.
Unos días después, llegó un cuervo de los Caballeros de Rubelin.
Era una nota corta con un mensaje que decía que llegaría al castillo principal mañana al mediodía.
La gente de Rubelin tuvo un día ajetreado, listos para recibir a quienes regresan a casa luego de años de estar fuera. Lo mismo sucedió con Elisa.
A medida que pasaba el día agitado y caía la oscuridad, llegó una noche tranquila como si hubiera sido así en todo momento.
La noche en que todos dormían anticipando un feliz mañana, Elisa se mantenía despierta, sin poder dormir.
'No puedo dormir....'
Elisa, que había estado dando vueltas en la cama durante bastante tiempo, finalmente dejó de intentar dormir y salió al balcón.
— Oh, hace frío.
Se envolvió con fuerza con una manta para detener el viento frío de principios del invierno, pero la brisa fuerte de Rubelin se abrió paso sin piedad, pero ahora estaba acostumbrada al frío. Como ese paisaje frente a ella.
Bajo el balcón, una vista panorámica de la finca Rubelin.
Estaba extendida. Era de noche, pero la nieve blanca y pura que cubría la mansión y se reflejaba la luz de la luna, dando una vista clara del paisaje tranquilo. El paisaje estaba en paz.
‘Has trabajado duro a tus 17 años, Elisa’
Los recuerdos de después de que Richard se fue a la guerra llegaron a su mente, recuerdos de esforzarse por conseguir el reconocimiento y mostrar que no era inútil.
Hubo momentos en los que fue difícil, pero hubo muchos recuerdos gratificantes y divertidos.
Este era un lugar en el que Elisa se sentía como si fuera su hogar, había vivido en Rubelin tanto tiempo que ahora tenía ese instinto.
'Mi Rubelin'.
Como Rubelin, había estado cuidando del ducado, se sintió así incluso aunque solo estuvo durante 7 años, puede entender el por qué de la obsesión de Albert de proteger este lugar cuando ha pasado toda su vida aquí.
'Tengo que dejar este lugar ahora... es una pena.'
El regreso de Richard significaba que el día de su partida se estaba acercando.
Pensar de esa manera le dio una sensación amarga.
‘Por cierto, Richard, ahora debo ser un adulto.’
La última vez que lo vio fue hace 7 años. Incluso entonces, él era más alto, pero ahora debe ser mucho más alto.
‘Su personalidad… se veía que seguía siendo franca cuando ví la carta’.
No pudieron verse, pero intercambian cartas por temporadas. Se trataba de saludos y breves historias diarias.
‘Tu rostro… ¿Cómo es?’
Recuerda que era guapo incluso a una edad temprana. Sin embargo, era un recuerdo muy borroso, por lo que no podía imaginar cómo habría madurado esa cara.
Cuando Elisa frunció el ceño y se concentró en recuperar los recuerdos, el viento sopló con un aroma que jamás había olido.
Al mismo tiempo, la sutil luz de la luna se cubrió y se proyectó una sombra sobre ella.
'¿Uh...?'
Elisa miró hacia arriba reflexivamente, y había un hombre extraño parado allí. Un hombre alto a simple vista, con un cuerpo delgado pero ancho y un rostro encantador del que no pudo apartar sus ojos.
Debajo del suave cabello negro que ondeaba al viento, ojos rojo como la sangre le miraban.
De pie, de espaldas a la luz de la luna, parecía un ángel caído que bajó a la tierra durante la noche. Excepto que no hay alas.
'Esa cara...'
Elisa, mirando al hombre sin comprender como si estuviera poseída, finalmente recordó ese rostro. Al mismo tiempo, el corazón rápidamente empezó a latir.
En ese momento, el hombre se bajó del balcón y miró a Elisa a los ojos y abrió la boca.
— Hola, Elisa.
Una agradable voz grave llegó con el viento.
El collar de rubíes en el cuello del hombre centelleó, reflejando la luz de la luna.