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Capítulo 1. Joven Duque. (5)

 

Pronto se abrió la puerta y entró el profesor de finanzas. 

Era un anciano que usaba anteojos con bastante aumento, tanto que hacía que sus ojos se vieran muy pequeños para los lentes. 

'Por alguna razón, dejaré muchas asignaciones grupales, y la calificación más alta que te daré es una C.' 

Elisa no quería juzgar al hombre por su apariencia, pero cuando lo vio, tuvo el presentimiento de que sería ese tipo de maestro. 

De todos modos, tuvo que dar un buen ejemplo al conocer a su maestro por primera vez, por lo que se preparó. 

Elisa se levantó y lo saludó. 

— Hola, estaré aprendiendo asuntos financieros de ti desde hoy. Encantada de conocerte. 

— Encantado de conocerla. Estoy consciente del entusiasmo de la señorita por aprender. Es un honor el enseñar a una estudiante tan entusiasta.

Después de un simple saludo, el maestro inmediatamente comenzó la clase. 

Brevemente le enseñó a manejar el ábaco y luego le planteó un problema a Elisa. 

— Entonces Elisa. ¿Te gustaría marcar 326 y 15, 739?

— ¡Ah, sí! 

Los dedos de Elisa, que habían estado haciendo rodar el ábaco, se detuvieron. 

Luego echó un vistazo rápido a Richard. Pareció estar comprobando si la respuesta que le dio era correcta. 

Pero cuando Richard reaccionó con indiferencia, Elisa volvió a comprobar su ábaco. 

Mientras lo miraba, Richard suspiró un poco y agarró la mano de Elisa. 

Manos blancas y alargadas, pero duras y firmes, cubrían las manos  pequeñas de Elisa. 

Richard agarró el dedo de Elisa y movió el ábaco. 

— 15 lo hiciste bien, 326 lo hiciste así... 739 es así. 

— Tiene razón, Duque. Lo ha realizado correctamente. 

El maestro, que lo estaba mirando, elogió a Richard. 

Elisa también se rió, gesticulando un 'gracias' con su boca.

Después de mirar a la sonriente Elisa con los ojos doblados en forma de media luna, Richard se dio cuenta de que todavía sostenía la mano de Elisa y la soltó. 

— Escucha la clase correctamente...

La punta de las orejas de Richard, al girar la cabeza, estaban teñidas de rojo. 

‘No la estoy ayudando, la estoy corrigiendo’. 

Richard pensó a sí. El ritmo de Elisa para aprender no era rápido. Sin embargo, después de intentarlo varias veces, sabía que lo aplicaría correctamente. 

— Entonces, la clase de hoy termina hasta aquí. 

— Gracias. 

— Ahora que tienes una compañera de clase, estoy seguro de que estás más interesado. Espero que aprendan el uno del otro, compitiendo y ayudándose como rivales y compañeros. 

El maestro concluyó la clase y salió del salón. 

Solo Elisa y Richard quedaron en la habitación. 

Richard intentó salir de la habitación, dejando el ábaco y las notas en su escritorio. 

Richard fue llamado por Elisa. 

— Después de clases, decidí visitar el pueblo con Anne. ¿Te gustaría ir juntos?

— Ocupado.

Sin siquiera fingir preocuparse por un momento, Richard abrió la puerta en un abrir y cerrar de ojos. 

— Entonces, te veo luego.

Anne, que se acercó a Elisa, rápidamente inclinó la cabeza cuando vio a Richard. 

Anne estaba vestida con ropa de calle, sosteniendo una bata de exterior que suponía pertenecía a Elisa.. 

Elisa le preguntó a Richard, tomando la túnica que Anne le estaba entregando. 

— ¿Quieres que te traiga una galleta?

— Eso es algo que solo les gusta a los niños. 

Fue un comentario sarcástico que convirtió Elisa en una niña amante de las galletas. 

‘¡Pero tú también eres un niño!’ 

Ahora que estaban en el mismo barco, Elisa esperaba que se pudieran llevar bien, pero Richard no parecía pensarlo así. 

Elisa respondió, mirando a Richard con ojos brillantes. 

— ¿Oh enserio? Entonces debería comprar muchas y comerlas frente a tus ojos. No debería darte nada. 

— Haz lo que te apetezca. 

Richard salió de la habitación con una respuesta grosera. 

Elisa miró de manera desagradable la espalda de Richard y se dio la vuelta. 

— Vamos, Anne.


* * * 


Unas horas después de que Elisa fuera a ver el territorio, el viento se hizo más fuerte. 

Era inusual que las nubes claras que cubrían el cielo se volvieran nubladas de pronto. Parecía que estaba a punto de llover. 

Richard miró por la ventana y volvió a mirar el libro que estaba leyendo. 

*viento* 

La frente de Richard, que había estado pasando secamente la estantería, se frunció gradualmente. 

De hecho, cuando Richard llegó a la finca por el sendero de la montaña, se había encontrado con más monstruos que apenas comenzaban a salir en primavera en lugar de grupos de bandidos. 

Pero los monstruos rara vez bajaban hasta las casas. 

Pero estaba preocupado. 

Como sea. Ha pasado mucho tiempo desde que olvidó de qué  se trataba el libro que estaba leyendo. 

Su mente estaba en un lugar diferente. 

Finalmente, Richard cerró su libro y se puso de pie.

— Realmente me molesta... 

Si los monstruos atacan y Elisa resulta herida en el proceso, Albert se preguntará: "¿Cómo podrás tener un bebé con ese cuerpo?" Esa era la única razón por la que estaba preocupado por la seguridad de Elisa. 

Richard salió al balcón vistiendo una bata para el exterior. Concentró su mente y lentamente, el viento que se había reunido alrededor de Richard, rodeó su cuerpo y lo hizo flotar en el aire. 

Poco a poco, se comenzó a alejar del suelo, el viento frío penetró en los pulmones de Richard y llenó su cuerpo. 

Era como ser uno con el viento, así que se sentía bien, se elevó la altura de la mitad del castillo. 

Richard, tratando de ir directamente a la calle comercial, miró alrededor del castillo apresuradamente. 

'No hay nadie.' 

Afortunadamente, nadie estaba mirando hacía donde estaba Richard. 

Albert odiaba mucho que Richard hiciera uso de la magia voladora. 

La magia voladora es una magia que requiere un alto grado de concentración, así que debía mantener la concentración en cada momento. Sino, podría caer y morir. 

Sin embargo, durante el último año desde que Richard llegó a la mansión del Duque, practicó en secreto magia voladora, evitando los ojos de Albert, y gracias a eso, pudo usar la magia voladora con bastante habilidad. 

Reafirmando que no había ningún ojo observándolo, Richard se dirigió hacia la calle comercial del pueblo. 


* * * 


— Dame esto también.

Elisa, que pasó por la tienda de comestibles en la plaza del pueblo, estaba comprando varios ingredientes para hacer galletas y dulces. 

Eso es porque una de las cosas que Elisa se imaginó como un negocio para comenzar después del divorcio fue una tienda de bocadillos. 

Sin embargo, Albert y Richard, los propietarios del castillo de Rubelin, no comen bocadillos. 

Entonces, no había ingredientes para galletas o dulces en el Castillo Rubelin. Es por eso que decidió comprar un montón de ellos. 

Elisa terminó la compra y salió de la tienda con expresión satisfecha. 

Solo compró los ingredientes, pero se sentía tan aliviada como si ya hubiera llegado a la primera etapa del negocio. 

Entonces Elisa siguió a Anne y al criado que llevaba las mercancías. 

Pero a diferencia de antes, el cielo estaba muy oscuro. Era señal de lluvia. 

Los sirvientes que esperaban frente al carruaje hablaron con expresiones ansiosas. 

— Pequeña señorita, es probable que con este clima inusual llueva pronto. ¿Por qué no se va a casa hoy?

— La lluvia de primavera en el norte es muy fría, a diferencia de la lluvia de primavera en el sur, donde vivía la señorita. 

— Está bien. Entonces sería mejor volver rápido. Vamos.

Después de todo ya había comprado la mayoría de los artículos que necesitaba. 

Elisa subió al carruaje con Anne. 

El carruaje con el grupo de Elisa salió por la puerta en el lado oeste de la aldea. 

Originalmente, el castillo de Rubelin estaba ubicado al norte del pueblo, por lo que era más rápido atravesar la puerta norte. 

Sin embargo, como se estaba renovando hace un tiempo y se controlaba el tráfico, fue necesario volver a la puerta oeste.

El carruaje salió por la puerta oeste y avanzó, luego de un rato dejó el camino bien pulido y comenzó a avanzar en un camino de grava. 

El carruaje traqueteó por el impacto. 

En el momento en que Epensó que el traqueteo parecía haberse hecho más grande, una voz urgente llegó desde afuera a los oídos de Elisa. 

— ¡Mo... es un monstruo! ¡El monstruo ha aparecido!

Al mismo tiempo, el carro se detuvo de repente. 

Como resultado de la reacción, Elisa casi se cae de su asiento. 

Sin embargo, la situación exterior era un problema mayor que eso. 

'¿Monstruo?' 

Elisa se sorprendió al mirar por la ventana, el criado que estaba en el asiento del jinete, abrió la ventana y gritó hacia el interior del carruaje. 

— ¡Dama! ¡Tírese al suelo! 

Elisa y Anne estaban desconcertadas, pero siguieron las instrucciones del sirviente y se acurrucaron en el suelo.

Afuera hubo un ruido torpe de hombres gritando y dientes golpeando con algo. 

Poco después, como si algo más se hubiera unido, el sonido se hizo más fuerte. 

Los caballeros y sirvientes de Rubelin tienen magía. 

Juntos, parecían estar luchando contra un monstruo.

— Está bien. Todo estará bien. 

Elisa abrazó a Anne, quien se sorprendió. También dijo palabras para calmar. 

Las dos niñas esperaron rápidamente a que pasara la situación. Pero en el momento en que finalmente se tranquilizó. 

¡Quaang! 

Una poderosa fuerza no identificada atravesó el carruaje. 

— ¡Cuidado!

Elisa y Anne retrocedieron juntas a lo largo del carruaje inclinado. El impacto hizo que su cuerpo golpeara contra la pared del carruaje causándole dolor. Su mente estaba mareada. 

Elisa logró mantener la conciencia y examinar la situación a su alrededor. 

El carruaje cayó de lado, y Elisa y Anne fueron arrojadas hacía la pared de la ventana del lado izquierdo del carruaje. Pero no podían salir por esa ventana porque estaba bloqueada por el suelo.

Elisa miró por la otra ventana. 

— ¡...! 

Había un monstruo gigante con forma de ciempiés babeando y mirando a Elisa y Anne.


En el momento que hizo contacto visual con él, Elisa sintió un miedo terrible que nunca antes había experimentado. 

Se le puso la piel de gallina y comenzó a temblar. 

— No, señorita... 

Anne, aterrorizada, lloró y abrazó a Elisa. 

'¿Qué pasó con los Caballeros de Rubelin? ¿Los sirvientes?' 

Elisa también abrazó a Anne y miró al ciempiés. Aunque estaba aterrorizada, no evitó los ojos del monstruo. 

'No quiero morir así' 

El ciempiés, mirando a Elisa y Anne a través de la pequeña ventana, terminó arrancando la ventana y abriendo su fauces. 

Elisa se acurrucó y cerró los ojos con fuerza, anticipando el inminente impacto. 

Entonces... nada.

Un fuerte viento empujó al ciempiés y provocó que este saliera volando a un lado. 

Poco después, escuchó una voz bastante familiar. 

— Tu oponente soy yo.


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