Cómo ocultar al hijo del Emperador.
Afortunadamente, antes de que el niño llorara, apareció el salvador.
Lyndon, que había estado observando toda la interacción de los dos hombres en silencio, intervino para salvar de esta vergonzosa situación al Emperador.
— Su Majestad, esta villa cuenta con perros.
Kaizen entendió el significado y rápidamente se lo sugirió al niño.
— Bien ¿Quieres conocer a los perros?
— ¿Perros...? ¿Hay perritos aquí?
Afortunadamente, esta vez el niño reaccionó de manera positiva.
Kaizen rápidamente se llevó al niño a su estudio para apartarlo del oso. Luego hizo que su criado trajera al sabueso.
El sirviente escogió un perro de aspecto gentil con cabello castaño claro.
— Es uno de los perros más dóciles. Pero aunque parezca inocente, es un perro de caza, más grande que los perros habituales para tener en el hogar.
Pero el niño se le acercó sin miedo, y cuando Theor extendió su mano, el perro se acercó al niño. olió su palma, lamió las mejillas de Theor y movió su cola esponjosa.
Sin esperar más, Theor acarició al perro y estalló en una sonrisa.
— Ah.... Hace cosquillas.
Theor estaba encantado de estar cerca del perro.
— ¿Es seguro tenerlo cerca del niño?
— Sí, Su Majestad, el perro se comportará porque está bien entrenado..
Theor acarició la cabeza del perro y extendió una mano. El sabueso puso su pata en la palma de Theor.
Sosteniendo la pata del perro, casi del mismo tamaño que la mano del niño, Theor acarició suavemente el cuello del perro con la otra mano.
— El cachorro es lindo.
Incluso aunque era un niño, parecía muy natural para él manejar perros. Theor estaba encantado de estar cerca del perro.
— ¿Alguna vez has tenido un perro?
— No, no tengo un perro.
El niño estaba triste de no poder tener uno, Theor sacudió la cabeza con una cara ligeramente abatida. Luego miró a Kaizen y le habló en voz baja.
— El abuelo conde trajo un cachorro a mi casa. Es un gran perro gris. Uh... tía Astella me dijo cómo jugar con un cachorro.
Pareció que alguien que el niño conocía había llevado un perro. Pero Kaizen no logró entender quién era.
Algunos niños nacen para amar a los animales, y otros tienen miedo a los animales desde el nacimiento. Theor parecía ser un imán para el perro.
“Cuando era joven, también me gustaba jugar con los sabuesos de mi padre.”
A él siempre le habían gustado tanto los perros como los gatos.
Solía perseguir a los sabuesos de su padre y jugar con la gata que tenía su abuela la Emperatriz Tae.
Kaizen recordó su infancia y le propuso a Theor.
— ¿Quieres este perro como regalo?
— ¿En serio? ¿Puedo llevarlo a casa?
— Sí.
El niño aceptó y abrazó al perro.
Lyndon, que observaba, pensó que primero deberían pedirle permiso a Astella, pero al joven maestro parecía gustarle tanto que se quedó callado.
Theor se regocijó sin dudarlo y se inclinó cortésmente ante Kaizen.
— Su Majestad, gracias.
Kaizen sonrió un poco mientras veía al pequeño niño inclinarse seriamente frente a él.
Theor corrió por la habitación con su nuevo perro.
— Joven Maestro, no corra.
Cuando uno de los sirvientes vio a Theor corriendo tras el perro, le advirtió. Theor estaba muy sorprendido y se detuvo en el instante.
Kaizen, sentado en una silla y mirándolo, frunció el ceño.
Astella parecía haber educar al niño de una manera tan estricta que lo había sorprendido. Era bueno educar a un hijo seriamente, pero pensó que estaba haciendo del niño una persona un poco desanimada.
Es una familia arruinada, pero de todos modos era el sucesor del Marqués.
— Si quieres correr, puedes ir a jugar en el pasillo.
Cuando Kaizen le dio permiso, Theor llevó al perro afuera y le dijo:
— Está bien.
Kaizen miró al corredor donde Theor había salido con el perro y le ordenó al sirviente.
— Deje que el niño haga lo que le plazca.
La villa de caza era una pequeña mansión, pero era tan espléndida como una cabaña del Emperador podía ser.
En particular, el edificio principal y el anexo en la parte posterior estaban conectados por largos pasillos en ambos extremos, y en el centro había un jardín con el techo perforado entre ellos.
Theor corrió por el pasillo y lanzó una pequeña pelota. El perro dorado corrió delante de Theor, mordió la pelota y regresó.
Theor estaba de buen humor.
Estaba un poco asustado cuando vio al oso, pero su Majestad le dio un cachorro. Era un cachorro grande y lindo con pelaje dorado.
Estaba un poco cansado, pero no quería descansar porque disfrutaba mucho poder jugar con el perro.
Caballeros y soldados iban y venían a ambos lados del corredor, pero nada le impidió a Theor dejar de jugar o prestar atención.
Theor, que estaba acariciando a su perro recargado en uno de los pilares del corredor, levantó la vista al cielo nebuloso y recordó la solicitud de Astella.
— Dijo que volviera antes de la cena...
¿Estaría bien quedarse aquí? Por un lado, Astella le dijo que este señor era muy poderoso. También le dijo que debía hacer lo que el Emperador le dijera que hiciera.
— Bueno... entonces tendré que hacer lo que el Emperador me diga que haga.
Mientras Theor inclinó su cabeza y se perdió en sus pensamientos, la pelota que sostenía rodó hacía el jardín.
El perro siguió la pelota y corrió hacia el jardín.
— ¡Oh... vamos!
Theor lo siguió para atrapar al perro.
El jardín de enmedio no tenía techo.
Antes de dar unos pasos, la lluvia que caía sobre su cabeza lo empapó en un instante.
— Frío...
Theor murmuró, viendo su ropa mojada.
Uno de los criados corrió al ver a Theor mojado.
Theor fue llevado de regreso a la villa por el sirviente.
***
Una vez el niño salió, el estudio se calmó rápidamente.
No podía salir a cazar porque estaba lloviendo, pero eso no significaba que no tuviera otras cosas por hacer.
Kaizen se sentó junto a la ventana, disfrutando de un tiempo de ocio inesperado.
Todavía había un claro sonido de lluvia fuera de la ventana. La lluvia aún corría fría sobre el cristal.
El bosque estaba rodeado por una oscuridad inmóvil.
En el bosque brumoso, un abedul blanco no se dejó intimidar por la lluvia.
Una persona igualmente tranquila le vino a la mente, era similar al paisaje silencioso y sereno.
Astella, que siempre mantenía la calma, nunca se inclina ni dio marcha atrás.
"Antes no sabía que eras tan terca".
Pero no odiaba a este tipo de Astella.
Así como el paisaje en el bosque empapado de lluvia se siente refrescante, los honestos y ordenados pensamientos de Astella también tenían el encanto de calmar la mente.
Desde que volvieron a encontrarse, Kaizen había estado observando a Astella, y sigue pensando en ella, a pesar de que eso le molesta.
Estuvo mirando por la ventana por un momento, de pronto Theor, que se había ido con el perro hace unos momentos, regresó alegremente.
Resulta que el cabello y la ropa del niño estaban medios mojados.
— ¿Pero qué te sucedió?
Theor respondió con la cabeza baja.
— Corrí con mi perro... pero no había techo.
El jardín de en medio, que conectaba los accesos tenia el techo perforado. Supuso que se refería a eso.
— Oh, no. ¿Tienes ropa para cambiarte aquí?
— Lo siento su Majestad. Aquí no tenemos ropa para cambiar al joven maestro.
Respondió el criado con vergüenza.
Bueno, fue lo que supuso. Los antiguos emperadores nunca habían traído a un niño aquí.
— No hay otra opción más que esperar a que la ropa seque.
Theor fue y se sentó frente a la chimenea.
Del mismo modo, el sabueso mojado lo siguió y se acostó a su lado.
El criado tomó una toalla y limpió el cuerpo del niño.
Theor levantó la mano y la calentó suavemente sobre el fuego.
Mientras veía al niño sentarse con sus manitas estiradas para calentarse en el fuego. Kaizen reflexionó. Nunca en su vida le habían gustado los niños, pero este era muy lindo.
Se veía lindo y hacía cosas lindas.
En parte se debía a que era callado y obediente, no como los otros niños, pero sentía que no era solo por eso.
El aura o la sonrisa del niño le resultaban familiar.
Kaizen miró de cerca la cara de Theor y se dio cuenta de dónde venía esa sensación de familiaridad.
“Sí, parece ser similar a Astella, pero eso podía deberse a que era hijo de su primo, al final eran familia. Además Sigmund, el primo de Astella solía ser así. Tranquilo, cortés y educado.”
En particular, el niño parecía tener más ganas de aprender los hábitos y comportamientos de Astella, supuso que era porque era ella quien había educado al niño.
¿Astella tiene un lado materno? Nunca antes había pensado en algo así.
Sentía que había visto más cosas sobre Astella durante los últimos siete días que en los diez años que había sido su prometida.
Una amarga sensación surgió en el fondo de su corazón.
“Nunca he sido de los que se arrepienten por algo que no se puede cambiar.”
Observando al emperador, el sirviente trató de llevarse al niño con él.
— Joven maestro, te mostraré tu habitación.
Kaizen bloqueó el intento de llevarse al niño.
— Solo déjalo aquí.
Theor tenía la toalla sobre su cabeza y se sentó frente a la chimenea para ver la leña arder en el fuego. El sabueso, jugando con él, se tumbó a su lado.
Theor comenzó a limpiar al perro húmedo con la toalla que estaba sobre su cabeza.
— Hace frío, ¿verdad? Lo limpiaré por ti.
Traducido por MissM
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