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Cómo ocultar al hijo del Emperador



Astella estaba un poco sorprendida. 

Los Caballeros de Lamberg son inferiores en rango a los Caballeros de la Guardia, pero fueron más importantes en tiempos de guerra que los Caballeros de la Guardia.

"Se ve muy joven ¿será bueno en su deber?"

Cre que da una impresión muy suave para ser un caballero.

Algunos de los más jóvenes que se encontraban allí miraban hacía ellos con rostros sonrojados y sonriendo.

No pensaba que la estuviera mirando a ella, sino más bien al caballero.

— ¿Qué está haciendo este joven caballero aquí?

— Antes de ir al norte, estoy acá para hablar con Su Majestad.

— ¿Vas al norte? ¿Qué pasa?

Cuando Astella preguntó ansiosa, Serbel respondió rápidamente.

— No es nada de qué preocuparse. Ha pasado un tiempo desde que reprimimos la rebelión, así que solo iremos a patrullar para mantener la paz.

— Ya veo.

Ahí fue donde tuvo lugar la rebelión, por lo que deberían tener cuidado.

Están enviando toda una delegación de caballeros ya que no parecen haber signos de guerra en ningún otro lado.

"¿Pero por qué esta persona me está hablando?"

Astella solo lo miró curiosamente, Serbel le habló a Astellla en un tono cuidadoso.

— Mi padre me pidió que le mandara saludos al marqués Calenberg.

— ¿Quién es su padre?

— Oh, lo siento. Mi padre es el conde de Gerald von Ecklen.

Era un nombre completamente nuevo. Astella no tenía idea de quién era.

La situación en la capital cambió mucho y los cambios estaban a plena luz del día.

En el pasado, no importaba el esfuerzo que se hiciera, ya nadie más podía escalar a las posiciones altas.

Todos los puestos fueron monopolizados por las dos grandes generaciones de la gran nobleza.

El abuelo paterno de Astella, fue recompensando siendo el primer ministro, y en la segunda generación, su padre fue elegido para heredar el cargo como ministro del Estado.

Su abuelo materno, el marqués Calenberg, fue una vez un sustituto del servicio militar.

Su hermano Fritz también estaba programado para seguir los pasos de su padre y su abuelo.

Pero Kaizen, dispuesto a liderar una guerra civil, expulsó a la gran nobleza y llenó esos puestos con nuevas personas.

Ahora solo la familia Reston conservan sus títulos.

— Oh, Lady Astella. Ahí está.

— Sir Lyndon.

Por primera vez, alguien que conocía se le acercó.

Era Sir Lyndon, el capitán de los Caballeros de la Guardia.

— Conociste a Serbel. Te lo iba a presentar.

Serbel también se inclinó ligeramente ante él.

Los dos parecían llevarse bien. Lyndon le dijo a Serbel.

— ¿Pero está bien si te quedas aquí? Está a punto de comenzar el baile, y tu compañera Lady te ha estado buscando.

— Oh, es cierto. Disculpe Lady Astella.

— Está bien. Adelante.

El baile estaba por comenzar, así que alguien tenía que hacer el primer baile.

Por supuesto, la gloria debería ser para el Emperador y su pareja.

Florin, la candidata a la Emperatriz, estaba de regreso con su madre... pero sin el Emperador.

¿Kaizen realmente no estaba en el baile?

— Sir Lyndon, ¿dónde está Su Majestad?

— Él está por allá.

La mirada de Lyndon se dirigió hacia el segundo piso al lado de las escaleras.

Kaizen estaba en el segundo piso con su mirada al salón de banquetes. Llevaba puesta la túnica del Emperador.

Era una imagen majestuosa, digna de un Emperador del Imperio.

"Esos trajes siempre te quedaron bien."

Tan pronto como Astella levantó la cabeza, su mirada cruzó con la del Emperador. 

"¿Estás mirando hacía acá?"

De ninguna manera, no había nadie más a su alrededor.

"¿Por qué estás haciendo eso?"

En cualquier caso, Astella se sintió aliviada al confirmar que Kaizen estaba presente.

Ella se giró disimuladamente y evitó su mirada.

Podía sentir el aguijón de la mirada en la parte posterior de su cabeza, pero lo ignoró.

* * *

Kaizen estaba arriba en el salón de banquetes. 

Los invitados y aristócratas presentes lo siguieron con la intención de tratar de hablar con él, pero Kaizen subió las escaleras para evitar la molestia de hacerlo.

Se limitaba a mirar a las personas reunidas debajo en el salón.

Hubieron otros en el salón de banquetes a los que ni siquiera notó.

Su mirada siempre se detuvo en Astella.

Incluso entre la gran cantidad de personas Astella fue la primera en llamar su atención. Estaba parada al lado de una pared del salón de banquetes.

Kaizen no podía apartar los ojos de Astella que vestía brillantemente un vestido de seda de color púrpura claro.

Su rostro era delicado pero elegante, su cabello rubio platinado suelto brillaba, y se erguía con elegancia. Astella era más hermosa y elegante que cualquier otra mujer que hubiera visto.

Kaizen admitió que se sentía atraído por ella.

Desde el día en que vió a Astella con el vestido verde en la villa de caza, aquel día lluvioso, ella captó su atención... no, tal vez Astella atrajo su corazón cuando se vieron de nuevo luego de seis años.

"Esto es jodidamente increíble."

Kaizen sabía lo ridículo que era esto.

"No puedo creer que me atraiga mi ex esposa, de quien me divorcié hace seis años."

Los dos estuvieron comprometidos desde la edad de diez años.

Sentimientos que no habían surgido en 10 años de compromiso llegaron de pronto seis años después del divorcio.

Entonces alguien se acercó a Astella y se paró a su lado.

Era Serbel, el jefe de los Caballeros de Lamberg.

Luego Lyndon le dijo algo a Astella, y una leve sonrisa surgió de los labios de ella.

Entonces Kaizen bajó las escaleras.

La música desapareció en un instante. Kaizen cruzó el centro del salón y se acercó a Astella.

Todo el mundo se giró hacía ellos sorprendidos y mantuvieron la respiración.

Kaizen extendió cortésmente su mano.

— Lady Astella ¿Me daría el honor de ser su primer compañero?

***

Astella recordó memorias de hace ya mucho tiempo.

Era el día del baile Imperial.

"Creo que fue un día lluvioso."

La lluvia fría golpeó en la ventana de cristal de oro y plata.

A diferencia del jardín, en donde había niebla y humedad, el salón de baile estaba lleno de gente.

El dulce sonido de la música escondía el ruido de la lluvia, solo la charla de la gente se escuchaba.

Gemas brillantes eran vistas entre las vestimentas de seda y encaje.

Un enorme candelabro brillaba como la luz de las estrellas en el techo, salpicando su espléndida luz en el vasto salón de baile.

Astella, de 19 años, estaba en el centro.

Como prometida del Príncipe Heredero, Astella organizó el evento de la corte. 

Ese día, desde que entró al palacio empezó a preparar todo para el baile, ordenó a las sirvientas y sirvientes sin descanso. No fue hasta la puesta del sol que se aplicó un polvo blanco en su cara cansada y se cambió a un colorido vestido traído de la mansión.

Ella apareció en el baile como anfitriona de la corte.

Pero el primer baile se lo tuvo que dejar a otra persona.

Porque Kaizen, que salió a cazar, regresó más tarde de lo esperado.

Astella esperó alrededor de una hora, pero Kaizen no llegó.

La banda, que había estado esperando que diera la orden el Emperador, comenzó a tocar.

El tiempo fluyó.

Kaizen apareció en el salón de baile solo después de que habían transcurrido 5 piezas de baile.

— Su Alteza.

Astella se acercó a Kaizen, que se quedó de pie junto a la ventana observando el exterior.

Miraba en silencio hacia la ventana y luego miró a Astella.

— Su Alteza, ¿le está molestando algo?

— Astella.

Había una sonrisa un poco infantil en el rostro de Kaizen.

Kaizen siempre ha sido una persona contundente, pero a veces mostraba un lado tan juguetón para Astella.

Cada vez que Astella miraba hacia atrás en su pasado, Kaizen había sido un poco desvergonzado desde el principio.

"Bueno, ya luces mejor"

Si él hubiera sido disgustante, francamente, Astella no habría amado a Kaizen.

No hubiera renunciado a su vida con una vana esperanza.

Kaizen sonrió con afecto y tomó la mano de Astella.

— No, solo estoy cansado.

Astella miró a la criada que la había seguido.

Como si lo hubiera estado esperando, la sirvienta llevó una pequeña bandeja con tazas de té.

Había té humeante en la taza blanca.

— Preparé un té de hierbas calientes de antemano porque ya debes estar cansado.

— Eres muy atenta.

Kaizen elogió a Astella y aceptó la taza de té.

— Sabes, no me gusta bailar.

Después de beber el té caliente, le dijo a Astella.

— Pero puedes ir y divertirte. Te gustan cosas como esta.

— Gracias por su consideración. Su alteza, pero a mí...

"A mí tampoco me gustan los bailes."

"Solo quiero quedarme así contigo."

Pero Astell no podía decirle eso a Kaizen.

Al tiempo uno de los sirvientes de Kaizen se le acercó. El sirviente dijo algo al oído de Kaizen y frunció el ceño.

Kaizen le pidió a Astella que lo perdonara. 

— Creo que me tendré que ir por un tiempo.

Kaizen soltó la mano de Astella.

— Volveré de nuevo. Por favor espera. 

— Sí, su Alteza.

Astella miró a la distante espalda de Kaizen irse.

Kaizen no parecía pensar que, tan pronto como ella bailara con otro hombre, habrían malos rumores en la sociedad sobre el príncipe heredero teniendo comportamientos complacientes. O tal vez no le interesaba.

Aunque se sintió triste, Astella lo soportó todo sin mostrar ningún signo de ello. Como siempre.

Hubo un claro sonido de lluvia fuera de la ventana.

Las brillantes luces del salón de banquetes y los bailarines se reflejaron en las ventanas de cristal que daban al cielo nocturno.

El agua de la lluvia fría fluyó sobre las luces brillantes.

El jardín estaba inmerso en la tranquila oscuridad de la medianoche.

Astella permaneció en el salón hasta que el baile terminó y los sirvientes despejaron el área.

Pero incluso después de esperar toda la noche, Kaizen no regresó.


Traduccido por:  Miss M

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