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Cómo ocultar al hijo del Emperador 



- No.

- ¿Eh?

Astella levantó la cabeza sorprendida.

Kaizen, que había estado siendo bastante educado para con Astella hasta ahora, de pronto se había puesto igual de rígido que una estatua.

Sus ojos rojos, que miraban a Astella, se llenaron de ira.

"Espera... ¿por qué estás enojado?"

- Su Majestad, no solo es mi abuelo, el joven Theor también tuvo fiebre no hace mucho tiempo...

- Si ambos no están en buenas condiciones entonces deberías esperar hasta que lo estén para trasladarlos.

Kaizen refutó las palabras de Astella con un tono irritado.

- Como propuse antes, será mejor que vayamos a la capital y vea a un médico y así sea tratado de manera adecuada. Me pregunto si también sería bueno buscar a un médico para atender al niño.

- Su Majestad, pero...

- Detente.

Kaizen bloqueó severamente las palabras de Astella como nunca antes había hecho.

Ojos llenos de amargura miraron a Astella.

- Esto es una orden.

Era una expresión decidida que no dejaba lugar a ninguna refutación. Astella cerró la boca con una mirada perpleja.

Estaba incómoda.

La gente que los miraba también estaba en pánico.

No entendían por qué el Emperador no le estaba dando permiso.

Incluso Velian, que estaba al lado de Kaizen escuchando, quería preguntarle al Emperador por qué no lo permitía.

Pero el Emperador se veía en tal mal estado que no se atrevió a intervenir.

Todos se callaron y observaron la situación.

Kaizen miró a Astella con una intensa mirada, luego se dio la vuelta y salió del salón de banquetes sin más.

Astella no tuvo más remedio que girarse.

Cuando el Emperador desapareció, la gente comenzó a consolar a Astella, quien continuaba aturdida.

- No esté tan desconsolada, Lady.

- Estarás bien.

- Gracias a todos por preocuparse.

Astella tomó las palabras de consuelo de la gente y salió.

Le dijo al criado, con el que había llegado a la fiesta, que la llevara de regreso al anexo, pero él se negó.

Astella caminó por el sendero del jardín, pisando las piedras en medio del frío rocío nocturno.

Un refrescante frío corría en el jardín oscuro.

Cuando respiró el aire, se sintió un poco más renovada.

"Mi corazón todavía está hirviendo, pero un 'No', ¿por qué demonios no?"

Astella estaba estupefacta. ¿Por qué Kaizen se miraba tan enojado y rechazado?

No entendía qué de lo que dijo molestó tanto al hombre.

Si solo era ella quien tenía que ir a presentar la voluntad de la Emperatriz viuda, ¿por qué tendría que llevar al abuelo y a Theor?

Había esperado que esta mala reacción por parte de él, saliera a flote si hablaban solo los dos.

Era por eso que eligió el salón de baile.

Nunca pensó que la obligaría a quedarse delante de tanta gente.

Creyó que actuaría con la seriedad de un Emperador si habían muchos ojos mirándolo. Nunca imaginó que le negaría la opción de regresar.

Estaba sorprendida y enojada. Fue tan inesperado que no tenía la energía para pensar qué hacer ahora.

Después de una larga caminata, llegó cerca del salón de té.

El techo azul claro del salón de té era visible bajo la luz de la luna.

Astella respiró hondo para calmarse.

Después de salir del salón de banquetes y respirar el aire fresco, se sintió con mucha más vitalidad.

Astella calmó brevemente su frustración una vez estuvo cerca del salón de té desierto.

Había estado tan apretada en su ropa, oliendo comida y alcohol toda la noche, que ya le dolía la cabeza.

El olor a hierbas y árboles en el jardín la hicieron sentir más libre y calmada.

Todavía era muy temprano para conciliar el sueño. Así que Theor podría estarla esperando.

No puede mostrar tanta ira delante de su hijo.

Astella respiró lentamente y levantó la mirada.

Lo primero que le llamó la atención fue la luna blanca y brillante en lo alto.

Luego vio los pétalos blancos que cubrían el cielo nocturno. Era la acacia.

Las acacias, que crecían en lo alto del techo, cubrían el salón de té con fragantes flores blancas. La brisa nocturna atravesaba los pétalos ligeros y las mecía como plumas.

Mientras el viento tranquilo sacudía las ramas, los racimos de flores que colgaban uno encima del otro se sacudían al son del paisaje.

El aroma a acacia blanca se filtró silenciosamente en el gran salón de té.

La ira de Astella disminuyó en la presencia de las flores blancas.

En ese momento escuchó una voz familiar.

- Astella.

Cuando miró hacia abajo con sorpresa, había una figura familiar entre las oscuras sombras.

Se trataba de Kaizen, que estaba parado debajo de la Acacia.

- Déjame hablar por un momento.

Sus ojos rojos, bajo la luz de la luna, eran de una tonalidad tan oscura como el negro.

Todavía había furia en ellos.

- ¿Qué quieres decir?

Era lo mismo para Astella, quien seguía enojada.

- Solo viniste por eso.

Kaizen hizo una risa sarcástica mientras se acercaba a Astella.

- Estabas aquí para decir eso. La única razón por la que dijiste que vendrías era para obtener mi permiso, ¿cierto?.

Por supuesto que así fue.

De lo contrario no había razón para asistir al baile.

En ese momento, Astella por fin notó por qué Kaizen estaba tan enojado.

A la propia Astella no le había gustado la idea de asistir al baile con una intención oculta.

- ¿Es debido a eso que te negaste a enviar a Theor y a al abuelo de regreso?

Aunque sabía la respuesta, todavía no podía entender.

- ¿Debería hacer eso?

- ¿Qué?

Kaizen preguntó, con una risa en su rostro.

- ¿Por qué es tan importante para ti enviar de regreso a tu abuelo y al niño tan urgentemente?

- ¿Por qué quieres llevar a Theor y al abuelo a la capital? ¿Por qué quieres que ellos dos también vayan?

Astella, quien fue apuñalada con la pregunta correcta, contraatacó con preguntas opuestas.

- Si no va él y el viejo, te irás tan pronto como terminen los asuntos en la capital.

- ¿Es extraño que quiera volver a mi casa?

- ¿Tu casa? ¡Estás viviendo en la casa del Marqués!

Kaizen estaba tan frustrado y enojado como Astella lo estaba.

Pero a diferencia de Astella, Kaizen no podía reconocer por qué estaba tan enojado.

- ¿Quieres volver a la mansión Marqués?. No, ¿cuánto tiempo planeas vivir en la casa del Marqués cuidando del niño?

Kaizen usó a Theor para exponer la ira inexplicable.

- ¿Qué pasa si Theor crece? ¿Qué pasa si más tarde él se casa y lleva a su esposa? ¿Vas a vivir en esa casa observando con un ojo tan meticuloso como el de un militar a la nueva familia?

Sabía que era una tontería a pesar de que lo estaba escupiendo.

Astella estaba tan sorprendida que ni siquiera pudo responder por un momento.

"¿Estás enojado porque estás preocupado por mi futuro? Bien, pudiste hacer eso hace veinte años atrás."

- Gracias por preocuparte tanto por mi futuro. Su Majestad, ¿Estás haciendo esto porque no quiero vivir en la mansión de tu abuela?

- Sí, si estás ahí podría...

Kaizen, que estaba gritando, se dio cuenta tardíamente de la cantidad de errores que decía, abruptamente cortó sus palabras.

Kaizen quería que Astella viviera en la capital.

Quería mantener a Astella a su alcance.

Sabe que cuando este recorrido finalice y lleguen a la capital, Astella se iría nuevamente.

Lejos hasta el extremo oriental, y se perdería de su vista.

Cada vez que pensaba en el hecho de que nunca podría volver a verla en su vida, se sentía enojado y confuso.

- ¿Quieres que viva en la capital?

Astella preguntó como si no pudiera entender.

- ¿Por qué?

Kaizen mismo quería saber por qué.

Cada vez que estaba involucrado con Astella, Kaizen no podía entender por qué estaba haciendo lo que hacía.

Sin embargo, Irónicamente, en el momento en que Astella se lo preguntó, Kaizen finalmente encontró la razón del por qué se preocupaba tanto por Astella.

¿Por qué estaba tan feliz de ver a Astella en el baile y por qué era tan doloroso cada vez que la imaginaba dejándolo otra vez?

Confesó sus sentimientos honestamente.

- Desearía que estuvieras conmigo.

Astella no entendió la situación por un momento.

- ¿Qué acabo de escuchar?

La fría luz de la luna brillaba sobre los pétalos blancos.

Cerca del salón de té oscuro, había un aroma refrescante de acacia.

Los dos estaban parados uno al lado del otro en el pintoresco paisaje de la noche.

Sin embargo, la sensibilidad entre los dos era fuerte.

- ¿Quieres que me quede de nuevo a tu lado?

Kaizen miró a Astella con ojos temblorosos.

No se imaginó que lo diría de esta manera.

No esperaba poder confesarse cariñosamente... pero esta forma...

- A si es.

En el momento en que pronunció esas palabra, sintió una tensión en su corazón.

- Quiero que estés a mi lado.

No quería expresar así sus sentimientos, pero viniendo de él, eso era realmente cariñoso.

Era una confesión.

Sin embargo, no había tiempo para ponerse nervioso mientras esperaba una respuesta.

Inmediatamente Astella escupió fríamente.

- No.

La cara de Astella, revelada bajo la luz de la luna, estaba tan pálida y fría como la de un cadáver.

- No quiero volver. Especialmente, no volver a tu lado.

Aunque estaba respondiendo con calma, Astella sentía que quería vomitar.

- ¿Quieres que me quede a tu lado?

¿Disculpa?

Esas maravillosas palabras quizás hace seis años la habrían llenado de felicidad y alegría cuando las escuchara.

Su corazón hubiera estado tan feliz.

Sí. Hubo un momento en que no quería dejar el lado de este hombre, incluso si eso la mataba.

En ese entonces, hubiera preferido morir por él que el ser abandonada.

Porque era lo suficientemente estúpida como para amarlo tanto.

- Su Majestad me dijo hace seis años que me fuera.

El hombre que había amado durante toda su vida le dijo que se fuera, y ese día el mundo de Astella se derrumbó.


Traduccido por:  Miss M

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