17. Nuestro mundo.
— ¿Dónde estoy?
En el sueño, Elisa deambulaba por un lugar oscuro.
Mientras caminaba, vio una espalda familiar.
'¿Richard?'
Al escuchar la llamada miró hacia atrás.
Pero su apariencia era de alguna manera diferente a la habitual.
No había ninguna emoción en sus ojos rojos, que siempre la miraban de manera dulce.
Además, la energía negra que emanaba de él, era mucho más fuerte que la habitual.
Hasta el punto en que las yemas de sus dedos que tocaban esa energía negra le dolían.
'De ninguna manera...'
Elisa miró fijamente a Richard, que se acercaba a ella.
En cuanto estuvo cerca de ella, Richard agarró a Elisa del cuello con una sola mano.
La parte de su piel que estaba siendo tocada por la energía negra le ardía mientras era sofocada.
— Rich... ard.
Intentó llamarlo pero su voz no salió, la mano que estrangulaba su cuello se enrolló con más fuerza mientras la miraba aún sin reconocerla.
En ese momento, la fuerza sagrada emitida por Elisa arremetió contra Richard y, al mismo tiempo, el agarre que impedía su respiración desapareció.
Elisa respiró dolorosamente y miró al lugar donde Richard había estaba hace un momento.
Pero él ya no estaba allí. Sin embargo, estaba el colgante que contenía el poder de purificación que ella había creado para él.
Cuando lo vio, el corazón de Elisa se hundió.
'¿Richard?'
No lo miraba por ningún lado.
En ese momento, un sentimiento que que amenazaba con explotar su corazón la invadió y la tristeza estalló.
— Oh, no... no...
Elisa agarró el colgante y negó con la cabeza.
Entonces.
— ¿Elisa?
Sus ojos se abrieron de par en par ante la voz de Richard.
El suave viento limpio las lágrimas que se acumulaban en la esquina de sus ojos.
En cuanto su vista se aclaró, notó el rostro que había estado buscando. Tan pronto lo vio, lágrimas de alivio se deslizaron de sus ojos.
— Richard...
Aunque el sueño había terminado, las emociones continuaron aumentando.
Richard consoló a Elisa, quien continuaba llorando y temblando con todo su cuerpo, depositando un beso en la frente.
— Está bien, Elisa.
— ...
— Es solo un sueño.
Después de llorar mucho tiempo siendo sostenida en los brazos de Richard, Elisa se calmó.
Mientras Elisa se calmaba, Richard preguntó con cuidado.
— ¿Cómo fue el sueño que tuviste?
Después de dudar por un rato, Elisa respondió en voz baja.
— Soñé que morías.
Por fuera, fingía ser fuerte y que podía cambiar el destino, pero la ansiedad acumulada en el interior de su corazón la amenazaba en sus sueños.
Richard, que notó las preocupaciones de Elisa, miro sus manos y vio que estas aún temblaban, así que las sostuvo entre las suyas.
Y las puso a la altura de su pecho.
Con sus ojos aún llenos de lágrimas, Elisa miró a Richard con curiosidad.
A través de las yemas de sus dedos, Elisa podía sentir el fuerte latido del corazón de Richard comparable al suyo.
Richard besó la frente de Elisa, que aún le miraba de manera confusa, y le dijo.
— Te daré mi corazón, Elisa.
— Estaré contigo hasta el día en que mueras y te seguiré después del funeral.
— ...
— No moriré hasta que me lo permitas.
Los temblores de las manos de Elisa se detuvieron ante la voz suave como si estuviera arrullando a un niño.
Por supuesto, sabía que no podía darle su corazón simplemente porque lo dijera.
Pero al mirar esos ojos sinceros, realmente sintió que el corazón de Richard le pertenecía.
Como dijo, parecía que no moriría a menos que se lo permitiera.
Porque siempre escuchaba todo lo que ella le decía.
Elisa lo miró sostener sus manos y le preguntó susurrando.
— ¿Y en tu próxima vida?
— Y en la próxima vida.
Richard arrastró la mano de Elisa sobre su pecho hasta su boca y besó la punta de sus dedos.
Esperaba que con esto pudiera tranquilizarla.
— ¿Entonces qué amabas a Arien en tu vida anterior?
El rostro de Richard hizo un ligero signo de confusión ante el repentino interrogatorio de Elisa.
— Esa es una vida pasada. Ni siquiera recuerdo su cara.
— Oh, dicen que la persona que ama más es la más débil.
Cuando Elisa hizo un puchero y murmuró, Richard se echó a reír ante tales ocurrencias.
— ¿Quién dijo eso?
— En mi próxima vida conoceré a un hombre muy guapo y tendré un amor muy apasionado. Estarás en mi próxima vida.
— ¿Qué?
— Ahora que lo pienso, es injusto. ¿No le susurraste a esa mujer en tu vida anterior, como lo hiciste conmigo? Lo sé...
Las palabras de Elisa eran medio en broma. Pero por supuesto, estaba celosa cuando pensaba en Arian y Jenade.
Pero no podía imaginar un futuro sin Richard, entonces, ¿en serio puede imaginarse amando a alguien más incluso en su próxima vida?
Sabía que Elisa seguramente estaba avergonzada por haber llorado por sus sueños y que solo estaba jugando para burlarse de él, pero Richard que rápidamente se puso celoso de las palabras de Elisa, la besó en los labios para que no pudiera continuar hablando.
Sorprendida por el beso repentino, Elisa lo miró desconcertada.
La mirada de Richard era peligrosa, una advertencia de que pronto sería devorada. Sus palabras salieron como un gruñido.
— De ninguna manera.
La beso una vez más.
Richard, que masticaba y saboreaba los dulces labios de Elisa como si quisiera robarle hasta el aliento, retiró sus labios de mala gana cuando notó que Elisa realmente comenzaba a quedarse sin aliento.
Arrepintiéndose un poco por ese momento, besó la comisura de sus labios y la llamó.
— Elisa.
A su llamada, Elisa abrió los ojos cerrados y lo miró.
A diferencia de antes, que la miraba con una ferocidad aterradora como si la fuera a devorar, ahora la mirada de Richard era seria y suplicante.
— Te amaré en esta vida y en la próxima aún más, así que si tienes una próxima vida, por favor ámame también.
Su corazón se sintió conmovido por la sinceridad que transmitieron sus palabras.
Elisa lo abrazó con una cara sonriente y asintió con la cabeza.
Poco después, las sombras de los dos se superpusieron, Richard abrazó a Elisa con el deseo de grabarla en cada rincón de su alma.
Fue una noche para impregnarse el uno del otro, cada recuerdo y defecto.
***
Al día siguiente, Elisa estaba dando vueltas y vueltas con somnolencia, y rara vez se levantaba de la cama.
Richard, quien se había bañado primero, miró a Elisa con preocupación.
— Creo que será mejor que te tomes un descanso de la reunión de hoy.
Hoy era el día en que estaba previsto que tanto Richard como Elisa asistieran a la reunión de la nobleza.
Elisa, que tuvo éxito en conseguir el rango de Marquesa una vez probó la inocencia de Yulia, estaba obligada a asistir a las conferencia aristocráticas.
Pero ahora Elisa parecía estar muy cansada.
Richard se acercó suavemente al lado de Elisa y se acostó.
Entonces Elisa buscó su calor en sueños y se hundió en sus brazos.
El comportamiento de Elisa de acurrucarse entre sus brazos como si ese fuera su lugar fue simplemente encantador y lo hizo sonreír.
'¿Debería saltarme la reunión?'
Era tan embriagadora la idea de perderse la reunión aristocrática y acurrucarse con Elisa.
'Pero si hago eso, estoy seguro que Elisa estará molesta porque no la desperté...'
Richard despertó a Elisa con un beso en la mejilla quien se quedó dormida indefensa.
— Elisa.
— Sí...
— ¿Por qué no te tomas un descanso de la reunión de hoy? Pareces cansada.
Era divertido que se estuviera preocupando por esto cuando fue él quien la mantuvo despierta hasta el amanecer.
Los ojos de Elisa, que habían estado cerrados, se abrieron de par en par cuando escuchó la palabra "conferencia".
— No, tengo que ir. Me prepararé pronto.
Elisa, que levantó su pesado cuerpo, estiró las piernas fuera de la cama.
En ese momento, su cuerpo perdió momentáneamente el equilibrio y se tambaleó.
Richard rápidamente la agarró y la abrazó.
— Te llevaré al baño-
En otro momento Elisa le habría dicho que podía caminar ella sola, pero hoy estaba tan cansada que no dijo nada y dejó que la cargara.
Sin embargo, cuando Richard llegó al baño e intentó entrar con ella. Lo detuvo.
— Prepárate y espera en la habitación.
Elisa, que lo empujó fuera del baño, se puso de puntillas y besó suavemente sus labios.
Luego, la puerta del baño se cerró antes de que Richard pudiera decir algo más. Richard, que miraba fijamente la puerta cerrada, sonrió por el despido.
En ese momento, pudo sentir una presencia a su lado. Mientras miraba casualmente a su alrededor, notó los ojos de un pequeño maestro que lo miraba desde una esquina de la pared.
Lo vio montado en un caballo de madera con ruedas, parece que había salido a dar un paseo desde temprano por la mañana.
Richard se acercó a León y le dio un saludo de buenos días acariciando su cabeza.
— Te despertaste temprano.
Sin embargo, el interés de Leon parecía estar en otra parte.
Leon miró a Richard con ojos brillantes y preguntó.
— ¿Tendrán otro bebé?
— ¿Bebé?
— ¡La besaste! ¡El tío y la hermana se besaron!
Era una voz bastante entusiasta.
Richard miró a Leon con diversión, y estalló en carcajadas. Entonces dijo:
— Un beso no hace un bebé.
***
Elisa y Richard llegaron al palacio imperial antes de que fuera demasiado tarde.
Los nobles saludaron a los dos.
— Oh, eres la marquesa de Serriott. Es la primera vez que te veo en una reunión. Espero que todo vaya bien.
— Espero contar con su apoyo.
— Por cierto , escuché que ustedes dos volvieron al reino ayer. Deben estar muy cansado.
Los nobles saludaron a la pareja, y pronto llegó la hora de comenzar la reunión.
Sin embargo, aunque ya era hora, todavía quedaban bastantes asientos vacíos.
Todos ellos eran de los ayudantes más cercanos a Christian.
Richard tuvo un mal presentimiento por alguna razón. Justo cuando miraba el asiento vacío con ojos fríos, escuchó un golpe.
— Adelante.
Tan pronto como Richard dio el permiso de ingreso, entró un sirviente del palacio Real.
Habían varias cartas en su mano.
Se contrajo ante los ojos fríos de Richard, pero se acercó con cuidado y le ofreció correspondencia.
— Dicen que no podrán participar en la reunión debido a otros horarios.
La conferencia aristocrática fue una reunión de un pequeño número de nobles influyentes con el rango de conde o mayor.
Si muchos de ellos faltaban, el significado de realizar la reunión desaparecía.
Cada carta contenía una variación de:
'Tengo un compromiso previo con mi Alteza el Príncipe Heredero ...'.
Esto era una actitud infantil de Christian.
Después de confirmar las cartas con ojos fríos, Richard le dijo a los nobles.
— Empecemos la reunión.