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17. Nuestro mundo


Después de que la reunión finalizó, Richard y Elisa salieron de la sala de conferencias.

En ese momento, alguien que esperaba frente a la puerta se acercó a los dos.

Era el sirviente de Christian.

— Saludos al duque Rubelin, saludos a la marquesa de Serriott. Su alteza, el príncipe heredero, me ha ordenado escoltarlos a los dos al Palacio.

La expresión de Richard, que había sido la de una sonrisa hacia Elisa, se endureció rápidamente ante las palabras del sirviente.

La expresión de Elisa también estaba fruncida ante la inoportuna invitación.

Elisa estaba a punto de seguir al sirviente cuando Richard la agarró levemente del brazo y le dijo al sirviente.

— Mi esposa no se siente bien, así que creo que debería volver a casa primero.

Sabiendo el tipo de pensamientos oscuros que Christian tenía hacía Elisa, Richard no deseaba que ella estuviera frente a él.

Si volvía a mirar a Elisa con esa mirada indecorosa, realmente podría matarlo esta vez.

Además a penas habían vuelto de un largo viaje, y anoche hizo que Elisa estuviera despierta hasta tarde, quería que ella pudiera descansar.

El sirviente vaciló ante la hosquedad de las palabras de Richard, pero armándose de valor habló nuevamente.

— Su alteza me dijo que los llevara a los dos...

— Ve y descansa, Elisa.

Richard ignoró las palabras del sirviente. Luego asintió con la cabeza hacia Elisa, quien le devolvió una mirada preocupada.

Elisa decidió no continuar y le dijo al sirviente.

— Me temo que mi viaje ha sido duro, así que estoy un poco resfriada. Por favor, dígale a Su Alteza que regresaré primero porque es algo del que no debe contagiarse.

El sirviente parecía algo incómodo, pero no pudo continuar presionando a Elisa bajo la intimidación de Richard.

En lugar de despedirse de Richard, Elisa le acarició ligeramente el dorso de la mano y se dio la vuelta.

Justo cuando llegó a la entrada donde la esperaba el carruaje.

— Duquesa de Rubelin... que diga, marquesa de Serriot.

Elisa miró hacia atrás cuando escuchó que alguien le llamaba.

Allí parado había un hombre de mediana edad con un rostro que había visto en alguna parte.

No recordaba su rostro, pero lo reconoció cuando vio la insignia de oro con el diseño imperial en su pecho.

Era el mayordomo imperial.

— Su Majestad quiere verle.


Christian estaba esperando a Richard en la sala de recepción del palacio del Príncipe Heredero.

— ¿Porque llega tan tarde?

La voz de Christian murmurando estaba irritada.

Realmente no había pasado tanto tiempo desde que el sirviente había ido a buscar a Richard, pero la paciencia del príncipe no parecía ser grande.

— Su Alteza, el príncipe heredero, el Duque de Rubelin, ha llegado.

— Adelante.

La puerta se abrió y un rostro educado entró en la sala de recepción.

Cada vez que lo veía, su expresión cambiaba a una de apatía.

Christian frunció el ceño sin darse cuenta y rápidamente intentó cambiar de expresión cuando pensó en Elisa, quien lo seguiría.

Sin embargo, la puerta de la sala de recepción se cerró después de que entró Richard.

Al ver esto la expresión de Christian una vez más se arrugó.

Richard se acercó, miró a Christian con ojos indiferentes e inclinó la cabeza.

— Me han dicho que me llamó.

— ¿Qué pasa con la esposa del duque? ¿No vinieron juntos?

— No se sentía bien debido al largo viaje que hicimos, así que inevitablemente la envíe de regreso a casa para que pudiera descansar. Si tiene algo que decir, se lo diré yo.

Christian notó que Richard había dado una excusa para mantener a Elisa alejado de él, así tuvo que dejar pasarlo.

'Tú, maldito bastardo...'

Sin embargo, no podía mostrar sus negras intenciones, así que respondió con una mirada temblorosa.

— No, está bien. Solo quería preguntarle cómo estaba. Vamos a sentarnos primero.

Christian señaló el sofá en diagonal con un guiño arrogante.

Richard se sentó cara a cara en diagonal.

— Por cierto, ha pasado un tiempo. Es difícil ver su rostro últimamente. Debido a que el Duque no se encuentra en el reino en estos días me fue imposible el poder invitarlo a la reunión de caza del día de hoy.

Ante las palabras de Christian, la expresión de Richard se endureció visiblemente.

'Me preguntaba qué era lo que estaban haciendo los nobles, así que solo fue a cazar.'

El sólo movilizar a los Caballeros del Palacio Imperial para la caza les había llevado al menos decenas de días.

Así que, mientras la gente estaba sufriendo por la aparición de monstruos, Christian estaba usando las tropas para entretenerse, en lugar de fortalecer la seguridad del reino, era inconcebible.

Sin embargo, Richard respondió con una voz tranquila, ocultando sus emociones.

— Está bien. Como dije la última vez, no estoy interesado en cazar animales.

No sabía por qué Christian lo había mandado a llamar para esto, estaba a punto de dar por finalizada la plática e irse cuando Christian, quien frunció ligeramente el ceño, inmediatamente cambió el tema, como si supiera la intención de Richard de dejar de hablar y regresar rápidamente.

— De camino a cazar, vi que los caballeros de Rubelin estaban controlando el paso de la gente. Ya que los caballeros están tan armados y con rostros tan serios, ¿esto no causará pánico en mi gente?

— Recientemente, los monstruos han aparecido con frecuencia alrededor de la isla, así que llamé a los Caballeros del Territorio. Parece que faltan tropas.

— Akaroa está bien custodiada por nosotros, así que envía de regreso a los caballeros de Rubelin.

En ese momento Richard reconoció las intenciones de Christian.

Los caballeros de Rubelin solo estaban manteniendo protegida a la gente, pero a Christian parecía molestarle que con estas acciones ellos se ganaran la confianza de la gente.

Incluso en esta situación, los pensamientos de Christian solamente eran los de mantener a Rubelin bajo control, sin preocuparse por la gente, era verdaderamente repugnante.

Richard preguntó en un tono bajo y frío.

— ¿Son realmente tu gente?

— ¿Qué?

— Cuando los monstruos atacaron el templo, cuando hubo un incendio forestal y cuando aparecieron monstruos en sus residencias, los caballeros de Akaroa no se movieron.

En palabras de Richard, había una reprimenda contra Christian, quien usó a los caballeros imperiales para ir a cazar.

Por supuesto, la aparición frecuente de los monstruos fue responsabilidad exclusiva de Richard, por eso había estado mandando a los caballeros de Rubelin.

Pero incluso si no conocen las circunstancias, ¿no es correcto que sea la familia imperial quien dé el primer paso para proteger a las personas débiles e impotentes? Después de todo, es su obligación el proteger.

— Un monarca es aquel que gobierna protege y cuida a su gente.

— ¿Cómo pueden ser su gente cuando su alteza no les está protegiendo?

Eran las palabras que podían ser dichas por las personas que también lo habían pasado mal.

El rostro de Christian había cambiado de color.

— Entonces, ¿quieres hablar de justicia por la gente? ¿Qué significa eso? - 

— A diferencia de las preocupaciones de su alteza, no tengo la intención de reinar sobre ellos.

Richard cortó firmemente las palabras de Christian y agregó.

— Es solo que, de persona a persona, compadezco a los pobres que fueron abandonados y marginados por su señor.

— ....

— Si su Alteza dice que los protegerá, retiraré a Rubelin.

Era una amenaza disfrazada de explicación.

Richard se levantó de su asiento antes de que Christian pudiera decir algo.

— Debes estar cansado por cazar desde temprano en la mañana, así que no es de buena educación mantenerlo ocupado por mucho tiempo. Entonces, descanse cómodamente.

Dejó un comentario sarcástico, se dio la vuelta y salió de la sala de recepción.

Christian se quedó mirando a Richard, cuando cerró la puerta, tiró la taza de té frente a él.

Los fragmentos de la taza de té rota estaban esparcidos por todas partes.

— Ese tipo arrogante...

Cuando Christian estaba rechinando los dientes porque no podía luchar contra su temperamento, se escuchó un golpe.

— Su Alteza, el Marqués de Felice ha llegado.

Christian miró la puerta asombrado por la repentina visita de Raymore.

'¿Qué le pasa al suegro luego de una larga ausencia?'

Christian sabía vagamente que la relación entre el Emperador y Raymore se había distanciado desde que Elisa se convirtió en la marquesa de Serriott.

El Emperador solo le había dicho que se mantuviera alejado de Raymore pero no dio explicación.

Quitando su incómoda relación con Rose, a Christian le agradaba Raymore.

Su suegro lo trató con generosidad y lo complació sin importar lo que hiciera. Era diferente a un padre estricto.

— Dile que entre.

Cuando se le concedió el permiso de Christian, Raymore entró en la sala de recepción.

Se acercó a Christian y mostró su cortesía.

— Ha pasado un tiempo desde que vi a su alteza, el príncipe heredero ¿Ha estado bien?

— Cuánto tiempo sin verte, suegro. Iba a visitarte, pero viniste aquí primero, así que estoy muy feliz de escucharte. Sentémonos cómodamente primero.

Raymore expresó su pesar mientras se sentaba en dirección diagonal de Christian.

— Debería haberte visitado mucho antes, me disculpo. Su Majestad me malinterpretó debido a mi incertidumbre. Ha sido difícil el verte.

— ¿Cómo mi padre puede malinterpretar a tan leal suegro?¿Qué significa eso?

Cuando Raymore dijo tales palabras, Christian preguntó con curiosidad.

Entonces las comisuras de la boca de Raymore lentamente se levantaron, pero se detuvo en seguida.

— Acabo de ver al Duque de Rubelin irse. ¿No dijo nada?

Cuando el nombre de Richard salió de la boca de Raymore, Christian frunció el ceño.

— ¿Está relacionado con el duque de Rubelin?

— Él y su esposa me incriminaron y me separaron de su Majestad el Emperador.

— ¿Qué?

— Son muy inteligentes y astutos.

— ¡Es un par tan maldito!

Ante las palabras de Raymore, Christian estaba muy resentido.

Tenía un sentimiento de inferioridad y resentimiento hacia Richard, por lo que inevitablemente se molestó.

En respuesta a la reacción de Christian, Raymore sonrió para sus adentros y agregó de manera significativa.

— Manténgase alejado de ellos, su alteza.



Fue en la orilla del lago en el patio trasero del palacio imperial a donde el mayordomo llevó a Elisa.

El Emperador caminaba solo por la orilla del lago y Elisa se le acercó.

— ¿Su Majestad me llamó?

— Este lugar es hermoso en todas las estaciones, florece en primavera, en verano es cálido y otoño las hojas caen.

— Sí, es un lugar hermoso.

— ¿Caminará un poco conmigo?

Elisa no sabía qué tipo de caminata sería esta, pero lo siguió en silencio.

Después de caminar un rato, el Emperador volvió a hablar.

— ¿Sabes cómo se hizo este lago?

Elisa respondió a la inesperada pregunta con lo primero que se le vino a la mente.

— ¿Lo hizo uno de sus antepasados?

— No. Lo hizo uno de tus antepasados, Arien Serriott.

Elisa parpadeó. Sabía que Arien construyó un lago, pero no sabía que lo construyó en el palacio imperial.

Aunque, Arien, que amaba a Jenade, seguramente habría hecho un lago en el palacio imperial.

Sin embargo, las palabras del Emperador que siguieron rompieron la inspiración de Elisa.

— Se sacrificó para proteger de las cosas malas a Mikhail, el primer Emperador, a quien ella amaba.

Elisa frunció levemente el entrecejo. Sabe que es una historia distorsionada gracias a lo que leyó en el libro antiguo.

Sin embargo, pensaba en continuar escuchando las palabras del Emperador.

El problema era la intención del emperador de traer a colación esta historia.

— Recientemente, muchos monstruos han aparecido a los al rededores. Por eso, la gente está temblando de miedo.

Elisa pensó: “Si lo sabías, ¿por qué no mandaste a los refuerzos?” Trató de contener la palabra hasta el fondo de su garganta.

Mientras pensaba en qué debía responder, el Emperador, que caminaba hacia adelante, miró a Elisa.

Con una sonrisa amable, a diferencia de su expresión habitual, dijo.

— ¿Qué piensas de los nobles sacrificios que se hacen por el amado esposo, por los hijos y por el pueblo que tiembla de miedo?


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