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18. Felices para siempre


Rose, que levantó a penas cuando el sol se elevaba en medio del cielo, se sentó sin comprender en su cama.

La sopa y el pan sobre la mesa, que trajo la criada, se estaba enfriando pero le importaba.

'Allí, arrepiéntete de tus crímenes y encuentra otro sentido a la vida'.

Elisa le dijo eso, pero Rose estaba enterrada en su desgracia en lugar de sentirse culpable por lo que hizo.

'Acusé a mi padre de sus pecados por temor a la muerte, pero ¿es mejor vivir encerrada el resto de mi vida que morir?'

Rose miró por la ventana sin emoción.

Era una temporada hermosa con las flores de colores por todos lados, pero nada la impresionó.

De pronto, la puerta se abrió con un golpe y entró una criada.No era de las criadas que Rose tenía a su lado, sino de las nuevas doncellas que Elisa había elegido.

— La Emperatriz Viuda, Su Majestad el Emperador ha llegado.

Los ojos vacíos de Rose se sorprendieron por la visita de alguien completamente inesperado.

'¿Por qué... viniste a verme?'

A la persona que intentó matarte.León observó su juicio de principio a fin, así que no hay forma de que no lo supiera.

'¿No te das cuenta de eso porque aún eres joven?'

Incluso si Leon era todavía joven y podía no entender, Rose se sentía incómoda frente al niño.

Quería evitar los ojos que le miraron de manera inocente durante todo el juicio.

— Dile que no lo quiero ver.La criada miró con indiferencia a Rose, que seguía mirando hacía la ventana sin importarle.

Rose era solo una Emperatriz en apariencia. Dado que el Emperador vino a encontrarse con el criminal, Rose no tenía autoridad para negarse.

Pero mirando la condición de Rose, no parecía que tuviera una buena influencia en el joven emperador.

— Está bien.

La criada salió de la habitación con la intención de darle a León una razón por la que no pudieran verse.Después de un rato, la criada volví a la habitación.

Se acercó a Rose, que seguía mirando por la ventana.

— El emperador dijo que volvería mañana.

Y dejo algo en la mesita junto a la cama.

— Me pidió que le entregara esto.

— Dijo que lo trajo porque vio una herida en el dorso de la mano de Su Majestad.

Como dijo Leon, había una herida en el dorso de la mano de Rose. El día que Raymore explotó el Palacio Imperial y se escapó, Rose, que regresaba al Palacio Imperial del Príncipe, también se vio arrastrada por el poder del caos.

Fue una herida provocada por caerse en ese momento. Rose miró fijamente el frasco de ungüento que Leon le había dado.

'Entonces, la razón por la que me miraste en el juicio...'

Mientras todos susurraban sobre sus pecados y se burlaban del rostro del criminal.

El niño miró sus heridas y no sus acciones.

— Oh.

Solo entonces comprendió las cosas que había hecho.

Lo que estaba intentando hacer.

Cuán pesado era el peso de los crímenes que hizo en el pasado.

Que estaba tratando de apartar de la única calidez que se quedó junto a ella en un mundo que la dejó.

Cuando se dio cuenta de ese echo, surgió un sentimiento indescriptible.

— Lo siento...

Rose sollozó durante mucho tiempo, repitiendo las palabras que no podía transmitir.


***


Era mayo, un día soleado de primavera. Elisa y Richard llevaron a Harness y Leon a un picnic a la orilla del río.Les había tomado un tiempo el cumplir la promesa de llevar a los niños a un picnic.

Los cuatro decidieron almorzar primero.

El menú del almuerzo fue un bocadillo de croissant para Leon, al que le gusta el pan.

— ¡Es delicioso!

— Hay muchos, así que come mucho, Leon.

— ¡Sí!

— No comas demasiado rápido, tendrás indigestión.Elisa miró a León, que come bien, con mirada complacida.Entonces.

— ¡Bba-bba!

Harness, que estaba comiendo papilla para bebés a su lado, agitó su cuchara y la dejó caer.Richard agarró rápidamente la cuchara y se la devolvió a Harness.

Sin embargo, Harness parecía no tener intención de seguir comiendo su comida, por lo que metió la mano en ella y la aplastó.

— Harness, no hagas eso. Tienes que comértelo. Yum Yum.

Elisa fingió comer con la cuchara.Harness miró a Elisa y dejó caer su cuchara.

Se metió las manos cubiertas de papilla en la boca y comenzó a lamerlas.

Richard se rio de Harness.

— Bueno... mientras se divierta.

Harness, que había estado lamiendo su papilla para bebé un buen rato, miró a León comiendo. 

— ¡Ugh! ¡Yum!

Harness chasqueó los labios y señaló el pan que tenía León.

Al verlo, Elisa sonrió.

— Harness, no puedes comer eso todavía. Podrías enfermarte si lo comes, lo comerás cuando seas más grande.

— Cuando tengas dientes te compraré pan.

Leon consoló a su hermano menor porque era él el hermano mayor, Richard sonrió ante la linda escena.

Elisa miró a Harness y Leon con una expresión pensativa.

En ese momento, una brisa fresca de primavera pasó por los cuatro.

El viento agitó el sombrero de Elisa.

Richard sostuvo el sombrero.Sintiendo el toque repentino, Elisa lo miró.

Él la miraba con ojos llenos de amor, a sus espaldas, el cielo azul brillaba.

Todo era perfectamente hermoso, un hermoso paisaje junto con el hombre que ama.

Era la felicidad que ansiosamente había estado anhelando, Elisa lo miró por un rato, luego sonrió alegremente.

— Richard.

Richard, que seguía mirando a Elisa, se quitó el sombrero.

Y lentamente se acercó a ella.Cuando sus labios estuvieron finalmente a punto de tocarse...

— ¿Cuándo van a tener un bebé?

Leon, que estaba observando la escena cariñosa mientras comía su emparedado, intervino de repente.Al oír la voz, el rostro de Elisa, que había recobrado el sentido, enrojeció rápidamente.

'¡No delante de los niños!'

Por un breve momento cuando sus ojos se encontraron, erróneamente pensó que solo estaban ellos dos en el mundo. Elisa empujó suavemente a Richard, quien suspiró, y le preguntó a León.

— León, ¿quieres un bebé de nuevo? Ya tienes a Harness.

— ¡Si tienen más, seré feliz! Leon jugará con ellos.

— Entonces serás una niñera, no Su Majestad el Emperador.

Dijo Richard, pellizcando ligeramente las mejillas regordetas de Leon.

No sabía a lo que se refería, pero Leon sonrió cuando se dio cuenta que le parecía lindo.

Luego, recordando algo, corrió hacía el carruaje y trajo algo.

Era otro libro de cuento de hadas.

— Lee esto.

— ¿Terminaste de leer las aventuras de Parr?

— ¡Sí! Esta es la historia del país de las nieves.

Richard abrió el libro ante la mirada emocionada de León.Entonces Elisa le susurró.

— Mi esposo, ¿vas a convertirte en un narrador de cuentos de hadas ahora?

A las juguetonas palabras de Elisa que se burlaban de él, Richard respondió con un beso sorpresa y comenzó a leer.

— ... así, vivieron felices para siempre.

Cuando Richard, que terminó de leer el cuento de hadas, dejó el libro, vio a Harness y Leon dormidos.

Siempre era divertido ver a Leon dormirse primero a pesar de que era él quien le pedía que le leyera el cuento. Gracias a esto, ahora tenía tiempo a solas con Elisa.

Cuando Richard miró a Elisa, Elisa, que estaba escuchando junto a él, lo miró.

— Vivir felices para siempre.

— En el pasado, siempre pensé que era un final predecible y aburrido...

— En estos días, me gusta mucho ese final predecible y aburrido.

Elisa dijo eso mientras le sonreía a Richard. Richard asintió, mirando a Elisa.— A mi también.

Elisa colocó su mano sobre la mano de Richard y la sostuvo.

— Vivamos felices, Richard. Para siempre, durante mucho tiempo. 

Susurró Elisa, mirándolo a los ojos.

— Te amo, Richard.

Richard, que estaba mirando a Elisa, inclinó lentamente la cabeza en lugar de responder y se acercó a los labios de Elisa.

Era el beso que no le pudo dar debido a la interferencia de León.

Sus labios, que se acercaron lentamente, ligeramente, pero con cariño, se tocaron y luego se separaron.

Elisa, que había cerrado los ojos por un rato tan pronto como sus labios la tocaron, preguntó, mirándolo acercarse nuevamente.

— Richard, entonces, ¿cuándo deberíamos tener el segundo hijo?

Ante la pregunta de Elisa, Richard, que se acercaba, hizo una pausa.

Tenía la frente ligeramente fruncida, recordando lo doloroso que había sido para Elisa mientras estuvo en labor de parto.

— No me gusta que sufras.

— Quiero tener una hija que se parezca a mi guapo esposo...

Elisa apartó lentamente los labios que se acercaban y lo miró con ojos serios.

Richard, que estaba ansioso por alcanzarla, respondió dándose por vencido.

— Después de los siguientes tres años...

Elisa, que había llegado a un acuerdo, sonrió y besó sus labios primero.

Richard le devolvió el abrazo con firmeza, como si nunca fuera a soltarla.

Pronto, sus labios nuevamente se encontraron y compartieron un beso. La brisa primaveral los envolvió mientras sonreían y se besaban.

La brisa primaveral arrastró las páginas del cuento de hadas que estaba abierto sobre el pasto deteniéndose en una página...

[Así, vivieron felices para siempre]

La cálida luz del sol brillaba en la última oración.



Me quiero divorciar de mi marido, el villano, pero tengo un hijo. 

Fin.


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