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Cómo ocultar al hijo del Emperador


— Gracias por su generosidad.

— Y de ahora en adelante, espero que tus hijas no sigan los pasos de su madre.

Una mirada inquieta se movió sobre la mesa ante la voz fría de Kaizen.

Todos los lugartenientes aquí sabían que Florin, de la familia Croychen, era la candidata más probable para ser Emperatriz.

Los ojos morados del marqués Croychen temblaban inquietos, ya que el Emperador decía que no vería a las hijas de la familia si continuaban estas cosas.

El Marqués aceptó la orden sin ninguna queja.

— Sí, Su Majestad, mis hijas no darán más preocupaciones.

Más allá de esa mirada asustada, fría y rígida, era difícil calcular los verdaderos pensamientos del Marqués.

Kaizen mantenía a este hombre a su lado porque confiaba en su lealtad e inteligencia, pero en cuanto más lo miraba, cada una de las acciones del Marqués se volvían más y más codiciosas.

Ahora estaba tratando de hacer que Florin fuera la Emperatriz.

Hasta hace poco, no le había prestado atención a quienes las personas consideran como prospectos a nueva Emperatriz.

Estaba demasiado ocupado resolviendo los problemas que dejó la guerra civil en el Imperio, y dirigiendo asuntos estatales. No tenía tiempo para preocuparse por cosas como esa.

"Florin es una chica que apenas y acaba de alcanzar la edad adulta."

Aquella acción codiciosa, realizada a la primera oportunidad, le hacía enojar.

Kaizen tenía la intención de cortar tales ideas antes de que tuviera un problema mayor. Si se encarga de la esposa y a Marianne correctamente, no podrán empujar a Florin hacía él.

La reunión terminó rápidamente en un ambiente incómodo.

***

— Su Majestad.

Después de la reunión, Velian que regresó a la oficina, se acercó cuidadosamente a Kaizen que se encontraba mirando su trabajo.

— Su Majestad, ¿realmente va a mantener el asesinato en secreto y sin investigación?

Kaizen ordenó que no se investigara el intento de asesinato en el castillo de Dentz y que se mantuviera en secreto.

Lo sucedido no se le fue notificado a los lugartenientes de la capital.

Kaizen respondió sin apartar la vista de los documentos.

— Así es. No dejes que la noticia se escape.

Si la verdad del intento de asesinato es revelada, tendría que castigar a los involucrados.

En el pasado, habría identificado y ejecutado a los criminales.

Hubiera ordenado que revelaran al que orquestó el intento de asesinato.

Pero ahora no podía castigarlo tan abiertamente.

Si el verdadero culpable sale a la luz, Astella se convertiría en la hija de un traidor.

Si eso sucede, ni siquiera el poder del Emperador podría protegerla completamente de las acusaciones de las personas, tanto su identidad y deshonor serían públicos.

Velian lo miró un poco preocupado, pero Kaizen lo ordenó firmemente.

— El caso del asesinato nunca debe ser conocido por el mundo exterior. Mantenga las cosas estrictamente en secreto.


***


Al día siguiente.

Astella se dirigió al templo temprano por la mañana.

Estaba a poca distancia del Palacio Imperial.

El palacio donde se encontraba alojada Astella, también estaba cerca del templo que quedaba cerca del palacio Imperial.

Como si fuera un telón en el fondo se encontraba el cielo del amanecer, iluminado como agua clara.

El templo estaba en silencio, todavía era temprano, por lo que no habían muchos visitantes.

Astella, que se bajó del carruaje, vio una pequeña flor. Cuidadosamente la rodeo con sus pies para no pisarla, y entró al templo.

— Señorita Astella.

— Ha pasado mucho tiempo, sumo sacerdote.

El sacerdote ya anciano, saludó a Astella con una sonrisa de bienvenida.

El viejo Sacerdote fue cercano a la Emperatriz muerta y era un hombre que conocía a Astella desde la infancia.

— Llegaste temprano.

— Sí, quería adelantarme y saludar al altar de Su Majestad.

Astella dijo, mostrando el ramo de flores que había conseguido.

Era un ramo de flores blancas de acacia, las había preparado cuidadosamente la noche anterior.

— ¿Cómo has estado? La Emperatriz viuda estaba realmente preocupada por ti.

El sumo sacerdote se sonrojó un poco.

Astella caminó con él por el sendero del jardín hasta el santuario.

Caminando por el camino de azulejos blancos, el gran sacerdote pronunció las palabras que la Emperatriz viuda dejó.

— Su Majestad, la Emperatriz Tae, me dejó el testamento y un mensaje decía: 'La mansión del sur era originalmente mía, pero nunca la goberné con mis manos, ni una sola vez en la vida.' Por último dijo 'pero la usaré para dársela a Astella.'

— Eso fue lo que dijo.

Se sintió desconsolada cuando escuchó la última voluntad de la Emperatriz en persona.

La Emperatriz viuda fue un mujer desdichada.

Ella nació como heredera de las tierras del sur, pero fue obligada por su familia a casarse con la familia real cuando era aún muy joven, nunca pudo gobernar su propia tierra.

— Ella dijo que Astella era una mujer inteligente y que sabría usar astutamente los términos y condiciones del testamento.

— ...

Debido a la voluntad de la Emperatriz, había recorrido un largo camino y llegado hasta aquí, demasiadas cosas habían sucedido en el camino.

Sin embargo, a pesar de todo, Astella se sintió agradecida con la Emperatriz viuda.

Nunca había pensado que se preocupara tanto por ella.

No tenía más remedio que agradecerle por las intenciones.

Astella atravesó el templo y fue a la sala de consagración donde estaban las cenizas de lo emperadores y emperatrices del pasado.

Los restos de la difunta Emperatriz viuda también estaban ahí.

El guía, que la llevó, se retiró de la entrada en consideración a Astella.

— Volveré al templo primero. Puede firmar el testamento en el templo cuando Su Majestad llegue, estará aquí en un momento.

— Sí, gracias por su orientación.

Cuando entró, vio en una estatua de piedra tallada a Dios.

Debajo había un altar dedicado a las ofrendas.

Astella colocó el ramo de flores de acacia en el altar elaboradamente tallado.

Caminó a través de la llovizna matutina, pero los abundantes pétalos blancos de los árboles, no estaban siendo perturbados por el viento.

— Son flores de acacia.

Sorprendida por la voz repentina, giró, Kaizen estaba parado detrás de ella.

Kaizen se acercó a Astella.

Ella le habló con cortesía y en voz tranquila.

— Sí, a la Emperatriz le encantaban. El jardín de este templo está lleno de acacias blancas.

La Emperatriz solía venir aquí para rezar y disfrutar viendo el jardín cubierto de flores blancas.

Pero cuando su salud comenzó a deteriorarse, no pudo venir aquí nuevamente.

Astella le dibujó un cuadro con acacias, como las que llenaban el jardín del templo, y se lo dio como regalo.

"Todavía recuerdo claramente que la abuela estaba encantada, al igual que una niña, después de recibir la pintura."

— Sí. Le gustaba la flor.

No fue solamente porque le gustara la pintura de las flores. La razón por la que estaba tan feliz era porque había sido un regalo de Astella.

La Emperatriz viuda amó mucho a Astella.

"Deberías prestarle más atención a Astella"

Cada vez que la Emperatriz veía a Kaizen, ella le decía aquellas palabras. Una vez incluso expresó su pena por ello.

"Astella es muy inteligente, pero no parece ser feliz".

En ese momento, Kaizen dijo: "¿Qué tiene que ver conmigo si Astella es feliz o infeliz?"

La Emperatriz derramó lágrimas, diciendo que estaba molesta por las horribles palabras.

Después de que la pareja se divorció y Astella dejó la capital, la Emperatriz le siguió insistiendo a Kaizen que averiguara dónde estaba Astella.

Pero a Kaizen no le interesaba.

Solo se sentía molesto por la inútil amabilidad de su abuela.

En ese momento, estaba ocupado lidiando con una guerra que no tenía el tiempo para preocuparse de esas cosas.

Pero ahora Kaizen lamentaba profundamente el cómo sucedieron las cosas en aquel entonces.

Cuando piensa en el pasado, y en las veces que ignoró las palabras de su abuela pensando que Astella no era importante, remordimientos amargos lo invadían.

— Vamos ahora. Todos están esperando en la recepción.

— ¿Ya? ¿No es demasiado temprano?

— Adelanté las cosas porque dijiste que llegarías temprano.

Los dos fueron al edificio principal del Templo.

Varios nobles y ministros los esperaban de antemano.

La mitad de ellos no habían venido a ver la firma del testamento, sino a ver a la antigua Emperatriz.

En cambio, Astella no reconoció a ninguno de ellos, nadie le resultaba familiar.

Notó que las cosas habían cambiado mucho en seis años.

Astella se paró frente al altar y frente a los ojos de todos.

El sacerdote abrió los papeles delante de Astella.

— Entonces firme el poder notarial.

El sacerdote lo dijo y le entregó la pluma a Astella.

Le llevó tanto tiempo llegar hasta aquí, cuando todo lo que tenía que hacer era firmar los papeles.

Era un documento en el que entregaba a voluntad el derecho de su parte del testamento al Emperador. Todo acabaría una vez que firmara.

Astella tomó la pluma y plasmó su firma en letra cursiva, una letra tan bella como las que salen en los libros de texto.

El sacerdote que confirmó la firma, le preguntó a Astella.

— ¿Realmente estás de acuerdo en delegar todos tu poder al Emperador sin ninguna condición?

— Sí, estoy de acuerdo.

Ha aceptado los términos del acuerdo.

"Me devolverán la pensión de mi abuelo y obtuve el permiso para abandonar la capital de inmediato. Eso es todo."

El sacerdote le entregó los papeles al Emperador.

— Está hecho. Ahora Su Majestad se ha convertido legalmente en el dueño de todo el Territorio del Sur.

El papeleo del testamento finalmente había terminado.

Las luces de las velas que llenaban el santuario, coloreaba los alrededores con un sutil color dorado.

Vio a Kaizen bajo la luz de las velas.

La noche del asesinato le vino a la mente.

No sabía por qué se había sentido tan incómoda después del abrazo.

"Estuvimos casados y lo tuve la primera noche."

Esperaba que las cosas no se complicaran más, pero estaba satisfecha de que la solución a todo fue más fácil de lo que pensaba. Astella salió rápidamente del templo, antes de que alguien la detuviera.

Afuera había un buen tiempo.

El camino del jardín estaba vacío, era tranquilo y silencioso.

— Astella.

Kaizen la siguió.

— ¿Volverás ahora?

— Sí, me gustaría irme mañana, si me lo permites.

Kaizen miró a Astella con una mirada seria.

— No se me está permitido pedirte que te quedes.


Traduccido por: Miss M

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