Cómo ocultar al hijo del Emperador
Al parecer, Theor se había familiarizado con los castillos, ya que ha estado durmiendo y comiendo en ellos desde que comenzaron su viaje a la capital.
Antes de eso, Theor nunca había estado en un castillo o palacio.
Solamente los había visto a la distancia.
Astella miró a Theor y le preguntó.
— ¿Te gustaría quedarte en el castillo?
— Sí. Es agradable, el jardín afuera es espacioso. Siempre tienen mucha comida deliciosa...
Theor comenzó a enumerar los buenos puntos con sus dedos.
— Y Su Majestad es muy amable.
— ...
— ¿Lo sabes tía Astella? Dicen que todos los castillos en los que hemos estado son de Su Majestad.
— Sí.
Astella dijo eso, y miró a Theor.
Al igual que la lámpara giratoria, que pasaba de verde claro a azul sobre la mesa, los ojos azules de Theor cambiaban a rojos, la luz brillando en ellos no podía ser apagada.
Theor preguntó, tocando a Levin, su oso de peluche.
— El abuelo dice que tenemos que irnos mañana. ¿Volveremos a un castillo?
— No. Ahora regresaremos a casa.
Ver los ojos de Theor regresar a su color rojizo natural le hizo recordar a Kaizen, quien le pidió que se quedara aquí.
«Te quiero. Dame la oportunidad de compensar lo que sucedió en el pasado.»
Si deja la capital, ¿ya no volverán a verse?
¿O se volverían a ver?
Por el bien y la seguridad de Theor, prefería que no se volvieran a ver.
"Si descubren al culpable del intento de asesinato, es posible que nos volvamos a ver, incluso si ya no quieres verme".
La única esperanza que tenía era que habían pasado más de 10 días desde que se llevó a cabo el incidente y las identidades de los asesinos aún no habían sido identificadas.
Fue una suerte que todos los asesinos murieron en la escena.
Debido a eso, no se había revelado quién dirigió el asesinato.
"No es la primera vez que mi padre debe haber intentado matar a Kaizen, como dijo mi abuelo. Todavía estoy bien, así que voy a poder superar esto."
Cuando Theor vio que la expresión de Astella se oscurecía, habló para tranquilizarla.
— No te preocupes, mamá... me gusta el castillo, pero aun así me gusta más mi casa.
— Huuh.
Es un niño encantador.
Theor ahora era lo más preciado para Astella.
Desearía poder vivir en el campo oriental tan cómodamente como solían hacerlo.
Pero no creía poder volver a tener esos momentos tan pacíficos nunca más.
Astella reprimió su ansiedad, se acercó a Theor y sostuvo a su lindo hijo fuertemente en sus brazos.
— ¿No tienes hambre? ¿Quieres que te traiga pastel del castillo?
— ¡Sí! ¡Quiero un poco de pastel!
— Entonces espera aquí.
Astella dejó a Theor debajo de la mesa y salió.
Fue al pasillo a buscar pastel, de pronto una criada vino corriendo a ver a Astella.
— Señorita, ha venido un visitante.
— ¿Visitante? ¿Quién es?
¿Sería el conde Eklen a quien conoció antes en el templo?
Le había negado la vista... pero de la boca de la criada, salió un nombre inesperado.
— El duque de Reston ha venido de visita.
— ¿Quién?
Astella frunció el ceño.
— El duque Esteban von Reston está de visita.
Después de haber estado alterada por el intento de asesinato de hace 10 días, escuchar el nombre completo de su padre luego de tanto tiempo, le hacía hervir de ira.
Era obvio por qué vino su padre.
Probablemente sea por las pertenencias de la Emperatriz viuda.
En cualquier caso, esperaba encararlo de una vez.
Luego de eso, no quería volver a verlo en su vida
Dijo que vino en persona, sería mejor que lo fuera a ver.
— ¿Dónde está ahora? Por favor, guíame.
***
Su padre, el duque de Reston, estaba sentado en la silla del estudio esperando a Astella.
Al entrar por la puerta del estudio, Astella se detuvo cuando vio al hombre de mediana edad y cabello rubio sentado con un porte arrogante.
— Mucho tiempo sin verte.
Su padre, a quien no había visto desde hace seis años, no había cambiado mucho.
Aunque se ve un poco más viejo que antes, tiene rasgos limpios y una apariencia refinada en todo el cuerpo. Esa mirada arrogante, como ignorando al oponente, era la misma de hace seis años.
En su juventud su padre había sido uno de los hombres más guapos de la capital, y ahora que había entrado a la media edad, su apariencia seguía siendo atractiva.
¿Es porque envejeció sin sufrir? De repente, recordó al conde Eklen a quien conoció en el templo.
Debe tener la misma edad que su padre.
Pero a diferencia de su padre, podía sentir que en él, el flujo del tiempo había dejado su huella.
El conde no proyectaba un espíritu noble como el de su padre, sino que daba una impresión simple y sincera.
El duque de Reston miró de arriba abajo a Astella, dibujó en la comisura de sus labios una una sonrisa y se echó a reír.
— Te ves como una mujer de campo. Si ya estás tan vieja, deberías cubrir las huellas del tiempo con maquillaje.
"El conde Eklen es mucho mejor, no hay duda."
Fue triste que la primera persona que conoció hoy se sintiera mejor que su verdadero padre.
Astella preguntó sin rodeos.
— ¿Qué te trae por aquí?
— ¿Has olvidado tus modales mientras vivías en el campo?
— Hay demasiada gente aquí. Solo voy a mantener la cortesía con aquellos que se la merezcan.
El Duque simplemente miró a Astella por un rato.
— Aunque te ves así sigues siendo tan orgullosa.
Astella miró a su padre.
Cuando joven, Astella obedeció la voluntad de su padre ciegamente.
En cualquier caso, era la autoridad de los padres el elegir el matrimonio de los niños de una familia noble.
En particular, era costumbre que una gran familia noble como la de Astella practicara esto, así que su matrimonio fue decidido de acuerdo a los deseos de sus padres.
No importa cuán hermoso se vea un matrimonio arreglado, no eran más que el amargo camino de una vida llena de confesiones vacías y sin amor.
Aún así, Astella creyó tener suerte.
A diferencia de otras jóvenes damas, ella amaba a su prometido, Kaizen, con todo su corazón.
Hasta se sentía agradecida con su padre por haberla comprometido con Kaizen.
"Ahora que lo pienso, fui tan estúpida."
El duque se burló de su hija que estaba en silencio.
— Escuché que firmaste el testamento tal y como te lo ordenó el Emperador. ¿Que no tienes ni un poco de orgullo? Si fuera tú, mejor me habría matado.
— A diferencia de padre, pienso que es un desperdicio de vida el matarme solo por una firma.
Astella sonrió con un poco de amargura.
— Tengo que irme mañana, así que no tengo tiempo para una conversación inútil. Me gustaría decirte algo rápidamente y volver.
— ¿Qué es?
— Escuché que tienes las pertenencias de la Emperatriz. Sé que estabas pensando en pedirme algo con el pretexto de eso.
Si no fuera con ese propósito, estaba segura que su padre no las habría guardado.
Lo más probable es que las hubiera vendido.
Astella conocía bien a su padre. Podía comprenderlo porque había vivido toda su vida con él.
"Mi padre es el tipo de hombre que guardará todo lo que pueda ser una debilidad para los demás en el futuro."
Debe haber conservado las pertenencias de la Emperatriz viuda porque pensó que serían una debilidad para Astella.
Sin embargo, Astella no tenía la intención de hacer lo que su padre quisiera a cambio de las pertenencias.
— Ya no voy a hacer nada por ti si eso es lo que piensas. Trae las reliquias de la Emperatriz y devuélvelas a la mansión.
— ¿Dijiste que me acusarías si no las devolvía? ¿Cierto?
Era una burla, pero los pálidos ojos verdes del duque brillaron.
Los ojos de Astella se llenaron de ira.
— Te atreves a decirle eso a tu padre.
— Es obvio, ¿a caso no lo sabes? si tienes cosas de otra persona y no se las devuelves, eso te convierte en un ladrón... puedo acusarte.
Astella respondió con calma.
— No creo que quieras ser acusado y humillado por tu hija, qué harás si pierdes tu trabajo y te despiden, ¿eh? De esa forma no creo que puedas defender tu orgullo.
En ese momento, la pulcra cara del Duque estaba distorsionada por la ira.
La mayor debilidad de su padre es el perder.
Cada vez que piensa que ha detectado la debilidad de la otra persona, la usará en su contra.
El Duque enojado miró a Astella con indignación.
Una voz de odio se filtró de su boca.
— Cómo te atreves... ¡Solo eres la Emperatriz que fue expulsada de la noche a la mañana...!
Tan pronto como Astella intentó responder a los comentarios insultantes de su padre, alguien abrió la puerta y entró.
Fue su abuelo materno, el marqués de Calenberg.
— Abuelo.
El duque Reston sonrió y levantó la cabeza.
— Oh, ha pasado mucho tiempo sin verte.
Este último miró al Duque con desprecio y escupió palabras amargas.
— ¿Ya tienes esa edad y aún sin modales?
— No entiendo. Un hombre que ha tenido a la hija de otro, durante seis años, sin contactar nunca al padre para avisarle ¿se atreve a hablar sobre modales?.
El Duque respondió sin perder su frialdad. El marqués frunció el ceño cada vez más ante las palabras.
— ¿Por qué debería decirte que Astella estaba conmigo? Escuché que rompiste lazos con Astella y la echaste de la mansión. ¿Por qué, ahora que has perdido poder, estás tratando de recuperar a tu hija y aprovecharla?
Ante el sonido sarcástico del Marqués, el duque de Reston, le echó una mirada despectiva.
— Bueno, ahora que lo pienso, Astella es más necesaria allí que acá conmigo. No eres más que un viejo que perdió su trabajo, luego perdió a sus hijos, y después a su nieto ¿Cómo es que aún tienes tiempo para vivir?
El Duque se burló del Marqués y sonrió descaradamente.
— Oh sí, escuché que Sigmund te dejó un bastardo de una criada. Supongo que quieres que mi hija críe a ese medio niño, es por eso es que te la quieres llevar contigo.
Las palabras eran cada vez más duras, el marqués de Calenberg no las soportó, sin decir una palabra, se acercó al Duque en un solo paso.
Aunque era viejo, el Marqués todavía tenía la dignidad de haber comandado un ejército de una antigua generación.
El duque de Reston dio un paso hacía atrás con una mirada sombría.
El Marqués, que se acercó a él, dijo con una amarga mirada de odio.
— Si no hubieras sido el padre de mis nietos, te habría matado cuando murió mi hija y luego habría muerto. Como dijiste, ya no me queda mucho tiempo de vida, así que me sentiría bien si pudiera matarte y luego morir.
Traduccido por: Miss M