Cómo ocultar al hijo del Emperador
Kaizen, por supuesto, no se opuso.
— Se tiene que hacer lo que el anfitrión desee.
Astella le dio a su hermano una mirada de gratitud.
Pedir un vals fue una excelente elección.
Esto se debe a que, a diferencia de Minuett, el vals lo realizan dos personas en contacto cercano, por lo que el hombre podría apoyar a la mujer como si lo estuviera sosteniendo.
— ¿Recuerdas cuando eramos niños y bailábamos por diversión?
— Por supuesto.
Cuando Astella tenía unos 6 o 7 años, subía sus pies sobre los de su hermano y practicaban el vals como un juego.
Fritz parecía feliz de escuchar que Astella aún mantenía los de recuerdos de esa época.
— Entonces hagamos eso.
Pronto se escuchó la dulce melodía del vals.
Astella siguió los pasos, manteniendo los tacones fuera de los zapatos de su hermano.
Casi pierdo el equilibrio varias veces, pero sus pies se movieron primero antes de que se resbalara de los zapatos.
Lo que más le ayudó fue el fuerte agarré de Fritz.
Incluso si Astella perdía el equilibrio, la mano de Fritz la sostuvo con fuerza, apoyando el cuerpo de Astella en él.
Cada vez que el Astella se tambaleaba mientras se deslizaban, él la sostenía firmemente y giraban formando círculos.
Fritz que sostenía a Astella, en ningún momento parecía estar incómodo o en una dificultad.
Astella miró a su hermano y lo admiró desde dentro.
"Eres tan gentil y poderoso."
Aunque parecía ser un maestro tranquilo, Fritz fue una vez la cabeza de los caballeros de la Guardia.
No le debe ser difícil el soportar el cuerpo de Astella.
Después de algunas rondas como esa, la música terminó.
Fritz cruzó el centro del pasillo, apoyando a Astella.
Astella susurró con sus labios inmóviles, y una sonrisa en su rostro.
— Por favor llévame al balcón.
La gente parecía verlo un poco extraño, pero nadie preguntó a dónde iban.
Porque no era del todo inusual el tomarse un descanso después de un baile.
Astella subió al segundo piso con Fritz.
Mientras se apoyaba en la barandilla del balcón, Astella dio un suspiro.
Le agradeció a su hermano con una cara cansada.
— Muchas gracias.
Fritz en cambio preguntó preocupado.
— ¿Por qué no le pides permiso a Su Majestad y te vas a casa?
— No.
No era necesario.
Ahora que terminó el primer baile, ya no tenía que bailar más.
Puede pasar su tiempo aquí y ver un poco.
Además no sabía si Kaizen la dejaría irse si le preguntaba.
Hannah la siguió apresuradamente hacía el balcón, se había dado cuenta de que algo andaba mal.
— Lady Astella. ¿Está bien?
— Estoy bien. Los zapatos están rotos.
Astella se quitó los zapatos mientras se sostenía de la barandilla.
— Estoy segura de que los revisé... has tenido un tiempo duro.
— Qué acción tan inútil.
Hannah fue a la sala de espera de las criadas, pidió zapatos y regresó.
Era zapatos de tacón bajo, hechos de tela suave que se parecía más a balerinas que a zapatos.
Hannah también trajo champán en copas para los dos.
Astella bebió un poco de champán fresco.
El refrescante licor, con aroma afrutado, enfrió su garganta.
— Lady Astella.
— ¿Sir Lyndon?
Lyndon abrió la puerta del balcón y entró.
Se inclinó hacia Astella y le dio la orden de Kaizen.
— Su Majestad la está buscando.
— ¿Ahora?
¿No dijiste que me llamarías después del baile?
Después de intercambiar miradas con Fritz, Astella abrió la puerta del balcón y salió.
Se hizo el silencio en el salón de baile.
Tan pronto como Astella entró, llamó la atención de la multitud.
"No sé cuántas veces esto me ha sucedido".
Cada vez que entra a un salón de banquetes, varios pares de ojos giran a verla.
No quería bajar hasta que terminara.
— Astella.
Cuando miró hacia atrás, Kaizen se levantó.
Astella pensó que se veía un poco diferente de lo habitual.
Su expresión estaba tensa y sus ojos rojos, siempre helados, parecían extraños.
Se acercó a Astella.
Luego, lentamente inclinó la cabeza.
Como un caballero noble comúnmente hace para pedirle un baile a una dama.
Astella se endureció con sorpresa.
La gente los miraba aún más sorprendidos.
Los numerosos aristócratas reunidos en la sala, alzaron la mirada y abrieron mucho los ojos.
Incluso si Kaizen, de repente sacaba una bomba y la arrojaba sobre todos ellos, todos estarían menos sorprendidos.
Astella tartamudeó en un suspiro, desconcertada por esta situación caótica.
— Su... Su Majestad... qué...
Kaizen ignoró todas las miradas sorprendidas que estaban sobre él.
Solo estaba mirando a Astella.
Como si él y Astella fueran los únicos ahí.
Él dijo lenta y claramente.
— Astella, por favor se mi esposa.
***
El mundo se detuvo por un momento.
"¿Qué acabo de escuchar?"
Todo a su alrededor estaba borroso.
El flujo del tiempo, en el escenario del salón de banquetes, se desvaneció rápidamente.
Solo Kaizen permaneció ante sus ojos.
De pie y con orgullo, en el centro del salón de banquetes Kaizen miraba a Astella, vestía la túnica ceremonial del Emperador, y portaba la dignidad de un monarca fuerte y de sangre fría.
Mientras tanto, todos los demás se quedaron sin habla, Astella rompió el silencio primero.
— Su Majestad, ¿qué quiere decir?
No podía juzgar de qué demonios se trataba todo esto.
Astella le preguntó con voz temblorosa.
Kaizen respondió sin dudarlo.
— Me estoy proponiendo.
Hubo un silencio sorprendente en el salón de banquetes.
Si fuera algún otro problema, habría escuchado un zumbido o una exclamación.
Esto era increíble.
Era una cosa tan impactante.
Su Majestad, el Emperador quería casarse con la ex Emperatriz, de quien se divorció hace seis años.
Todos estaban tan sorprendidos que ni siquiera podían respirar.
Una Astella fascinada también miró a Kaizen.
Ese Kaizen, el de sus recuerdos polvorientos, tenía tan solo diez años.
El joven príncipe heredero le propuso matrimonio a Astella, entregándole un collar con una joya azul.
— Astella, cásate conmigo.
De lo único que estaba consciente era de que no entendía por qué se le estaba proponiendo.
"¿Por qué está pasando esto?"
Astella estaba demasiado avergonzada para responder.
La primera en reprocharle a Kaizen fue la señora Croychen.
De pie en la esquina, la esposa del Marqués salió corriendo y se plantó delante de él.
Con una mirada de resentimiento gritó.
— ¡Su Majestad!
Su grito, llamó la atención de todos en el salón de banquetes.
— ¡Su Majestad! ¡La princesa Astella está criando a un hijo ilegítimo y lo está engañando haciéndolo pasar como su sobrino!
— ¡Madre!
Florin vino tras su madre para detenerla.
A diferencia de la esposa del Marqués, Florin parece haber juzgado que no sería útil decir algo así en la situación actual.
Ahora que el Emperador se ha propuesto, el que alguien quisiera difamar sus elecciones era un insulto para él y el Imperio.
Pero debido a la repentina declaración la esposa del Marqués perdió su temple cuando vio al Emperador proponerle matrimonio a Astella.
La señora Croychen apartó la mano de su hija y señaló a Astella.
— Has tenido un hijo ilegítimo sin padre, y apareces descaradamente en el Palacio Imperial he intentas engañar sobre el tema...
La maravillosa revelación de la esposa del Marqués se extendió como una ola.
La ex Emperatriz dio a luz a un hijo ilegítimo... los nobles que pensaban que no habría mayor conmoción en el mundo que la nueva propuesta del Emperador a la ex Emperatriz nuevamente se sorprendieron.
Por supuesto, el más impactado de todos fue el Duque de Reston, que quedó sorprendido ante esta increíble vista.
Preguntó el Duque, con una cara que probablemente estaba al borde del desmayo.
— ¡¿Qué...?!
La expresión de Fritz también quedó perpleja por la reacción feroz de su padre.
— Astella, ¿es eso cierto?
Astella no respondió la pregunta de su padre.
Era posible que su ingenioso padre la atrapara tan pronto como hiciera el primer sonido.
Astella no tenía ningún motivo para explicar cada detalle del pasado a su padre. El Duque gritó.
— ¡Astella!
En medio de la confusión, Kaizen abrió la boca.
— Lyndon.
En el salón de banquetes zumbó una voz fría y en un instante el lugar se quedó en silencio sepulcral, como si hubieran vertido agua fría sobre los presentes...
Kaizen volvió a mirar a Lyndon que estaba junto a la puerta y ordenó.
— Saca a la esposa del Marqués ¿Cómo se atreve a insultar a una Princesa en el palacio?
— Sí, Su Majestad, tomaré las órdenes.
— ¡Su Majestad!
La esposa del Marqués gritó.
— ¡No miento! ¡Hay un testigo! ¡La he traído, pregúntele!
Un testigo. Tenía un testigo.
Ante esa palabra, Astella descubrió lo que sucedió.
"Ya entiendo."
Se preguntaba cómo se enteraron, y eso era porque habían encontrado al único testigo posible.
Hubieron parteras que le ayudaron a dar a luz, pero las parteras ya ancianas no sabían exactamente quién era Astella.
El único testigo que quedaba era la criada.
"Veo que te esforzaste mucho en esto..."
Hubiera sido difícil de encontrarla, pero ellos lo habían hecho de inmediato.
La esposa del Marqués seguía guardando rencor a Astella por lo sucedido con Marianne y lo del castillo de Detnz, así que había hecho todo lo posible por encontrar alguna forma de humillarla.
Traduccido por: Miss M