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10. Lo que se perdió.


Elisa, quien hizo contacto visual con él, se sobresaltó y salió.

‘¿Por qué, por qué todavía no te duermes?’ 

Era tarde, así que pensó que ya estaría durmiendo. Pensaba entrar silenciosamente y acostarse a su lado. 

Su corazón latía rápidamente al ser descubierta en esta situación tan inesperada. 

Tenía miedo de que Richard descubriera el por qué lo visitaba por la noche. Sin embargo, también sería extraño el haber venido hasta acá y luego huir. Mientras Elisa entraba en pánico por no poder hacer esto o aquello, la puerta se abrió más y apareció Richard. 

— ¿Elisa? 

Aunque la luz le estaba dando en la espalda, odiaba ver ese hermoso rostro. Su corazón dolía con tan solo verlo a la cara. 

Sintiéndose avergonzada, Elisa preguntó con una voz molesta. 

— ¿Por qué no estás durmiendo todavía? 

Después de hacer la pregunta, se dio cuenta de lo extraño que era. Había sido ella quien vino hasta acá después de todo. Pero Richard no parecía tener intenciones de cuestionarla. 

— No puedo dormir. ¿Por qué estás…?

 Cuando estaba a punto de hacerle una pregunta a Elisa, Richard miró el pijama delgado de Elisa y su vientre, torció su rostro. 

—Entremos… y hablemos ahí. 

Elisa entró en la habitación. Richard acomodó a Elisa en la cama. La miró con ojos preocupados y le preguntó. 

— ¿Por qué te despertaste? ¿Acaso te sientes incómoda?

 Elisa encontró algo extraña la elección de sus palabras. 

Si le preguntaba el por qué se despertó, significaba que él sabía que ella había estado durmiendo. 

Pero no podía permitirse el lujo de interrogarlo. Aún tenía que dar una explicación de por qué ella había venido hasta acá a media noche. 

— No puedo dormir porque me ha estado pateando todo el rato porque no está su papá, incluso en todo el camino hasta acá fue así... 

Elisa puso su mano sobre su vientre y usó una excusa creíble. 

Richard frunció levemente su frente y suavemente puso su mano sobre el vientre de Elisa. 

De camino a la habitación de Richard el bebé había estado moviéndose con mucha energía, sin embargo, ahora, estaba muy calmado como si nunca hubiera estado molesto. 

—Tenía mucha energía hace un rato... 

Elisa, que se había convertido en una mentirosa rápidamente, estaba avergonzada. 

Richard miró el vientre con preocupación y a Elisa, que parecía estar muy cansada, entonces preguntó. 

—Quieres… ¿Qué durmamos juntos? 

Elisa asintió ante la sugerencia que deseaba, pero fingió que no era la gran cosa. 

Temiendo que el permiso de Elisa acabara, Richard se apresuró a acostar a Elisa, le puso una almohada extra entre sus piernas para que pudiera dormir cómodamente. 

Luego, abrazó a Elisa por detrás y los cubrió con una sábana delgada para verano. La sensación del toque era reconfortante. 

A parte de poder sentir el palpitar de su corazón, Elisa se sintió aliviada al ser abrazada en aquel amplio pecho. Elisa jugueteó con la gran mano alrededor de su vientre. Y lo llamó. 

—Richard… 

Había algo que quería preguntarle. Pero todavía no tenía el valor de hacerlo. 

Elisa, parpadeando para mantener sus pesados ojos abiertos, negó con la cabeza y cerró los ojos. 

—No es nada.

 Si sus sentimientos son los mismos que los míos, dame confianza.


***


Elisa, que se quedó dormida en los brazos de Richard, abrió los ojos en un espacio desconocido. 

—¿Dónde estoy? 

Había agua por todos lados. Pero, sorprendentemente, no se estaba asfixiando. Abrió los ojos y miró a su alrededor, pero no pudo ver nada. Solo podía ver una tenue luz que se filtraba en el agua. Por alguna razón este era un lugar en el que se sentía en paz, volvió a cerrar los ojos por la calidez que recibía. Tan pronto estuvo a punto de dormirse, escuchó la voz de una mujer hablándole. 

—Cariño, vuelvo enseguida iré buscar a papá. Solo un poquito... espera un poquito.

Era una voz suave, amigable, y algo afectuosa. 

Era la primera vez que la escuchaba, pero se sentía familiar, como si hubiera conocido esa voz desde hace mucho tiempo.

Elisa quería escuchar más la voz. Pero la voz ya no era audible. ¿Por qué? Estaba triste porque ya no podía escuchar la voz. Su garganta y pecho hormigueaba. 

‘Mamá...’ 

Elisa se sorprendió al dejar salir esa palabra sin darse cuenta para referirse a esa mujer. En ese momento, escuchó otra voz familiar. 

—¿Elisa? 

Se despertó de su sueño tan pronto como escucho esa voz.

Cuando abrió los ojos, miró a Richard con su rostro endurecido y llenó de preocupación. 

—¿Te sientes mal? ¿Por qué de repente...? 

Elisa, que se acababa de despertar, parpadeó sin comprender, no entendía por qué estaba preocupado. Solo en el momento en que las lágrimas fluyeron por sus mejillas se dio cuenta. 

‘Lo de hace un rato, ¿era... un sueño?’ 

Elisa detuvo a Richard, que estaba a punto de tirar de la cuerda para llamar a un sirviente. 

—No, no… simplemente acabo de tener un sueño. 

Estaba tratando de explicar lo que había soñado, pero la tristeza surgió e hizo un nudo en su garganta haciendo que sus lágrimas estallaran fuera de control. 

Era solo un sueño, pero hizo que su corazón doliera como si realmente hubiera sido ella quien lo vivió. 

—¿Por qué estoy tan desconsolada? Es solo un sueño, ¿por qué me duele así…? 

—Está bien, Elisa. Está bien. Ha sido solo un sueño. 

Richard, que miraba ansiosamente a Elisa, que estaba derramando lágrimas, la consoló e intento calmarla. 

Después de un tiempo, mientras las lágrimas de Elisa disminuían, Richard secó su rostro y preguntó. 

— ¿Cuál fue tu sueño? 

— Estaba en el agua. Era un lugar cálido y acogedor, y de repente escuché una voz. 

— ¿Voz? 

— Era la voz de una mujer... y la llamé 'mamá'. 

— Pero me pidió que esperara un poco y entonces se fue. Me quedé tan triste por eso… 

Elisa, que estaba divagando mientras recordaba su sueño, de repente pensó en algo. 

— Yo… me sentí como un bebé en el vientre. 

En ese momento, la invadió la ansiedad. 

— No creo que soñé con algo que le pase a nuestro bebé, ¿verdad? 

— Tendré que llamar a Cetil… 

Cuando Richard trató de tirar de la cuerda a toda prisa, Elisa sintió un leve movimiento en su vientre. 

Como si intentara decir que mamá y papá no tienen nada de qué preocuparse. 

Ante la pequeña pero poderosa respuesta Elisa sonrió, con su rostro menos lloroso. 

— Amor, no me importa si me despiertas por la noche, pero por favor mantente saludable. 

Como para tranquilizar a Elisa, el bebé, que se había estado moviendo durante un rato, volvió a calmarse. 

La expresión en el rostro de Richard, que vio la leve sonrisa tranquila en la boca de Elisa, también se relajó. 

Richard preguntó, secando las lágrimas que aún estaban alrededor de los ojos de Elisa. 

— ¿Te sientes mejor ahora? 

— Lo siento, te he despertado… 

— No tienes por qué disculparte ¿Hay algo más que te incomode? 

— Hm, estoy bien. 

Elisa asintió con la cabeza. Richard volvió a acostar a Elisa y se acostó a su lado. 

No podía ver el rostro de Richard porque estaba acostado detrás de ella, pero el viento débil que la mantenía fresca y la mano de Richard acariciando la suya le hizo saber que estaba despierto. 

Era como si  estuviera intentado calmar al bebé para que se durmiera. Elisa miró la mano de Richard acariciando suavemente su mano. 

‘Debe haber sido molesto e irritante.’ 

Podría estar molesto por su sueño interrumpido, pero no parecía estarlo. 

Además, le dijo que no quería acostarse con a él hoy, y de manera caprichosa vino de repente hasta acá a última hora de la noche, buscándolo para que la dejara dormir con él. 

‘Supongo que debo darte las gracias…’ 

Sus párpados se cerraron ante de que sus labios pudieran moverse. 

Cuando se escuchó la respiración uniforme de Elisa, Richard abrió los ojos cerrados. Luego besó suavemente a Elisa en la nuca y le susurró. 

—Buenas noches, Elisa. 

Y que esta vez, los sueños felices lleguen a ti. 

***


Unos días después. 

Era de mañana, Richard se preparaba para ir al Palacio Imperial a discutir con los nobles sobre el cumpleaños de Christian, que sería en la semana. 

Los ojos de Richard reflejándose en el espejo parecían estar sobre su cravat, pero en realidad, sus nervios estaban dirigidos a Elisa, que estaba acostada en la cama.

‘Sé que estás despierta’. 

Hace unos minutos, Richard, quien casualmente miró hacía Elisa, miró a Elisa mirándolo. 

Mientras Richard trataba de acercarse a ella, Elisa deslizó su rostro y lo enterró entre las almohadas. Obviamente fue un acto de evitar su mirada. 

Ha estado así durante varios minutos. No, no es solo hoy, ha tenido inconscientemente ese comportamiento desde hace varios días. Y Richard no sabe por qué. 

A veces lo trataba de manera tímida o molesta, pero cuando llegaba la hora de dormir, siempre se acomodaba entre sus brazos. 

Era lindo el escuchar las quejas de Elisa, porque eso significaba que confiaba lo suficiente en él como para ser sincera, pero por otro lado, estaba preocupado porque no sabía cuál era la razón de estos cambios de ánimo. 

‘Debe ser que tus emociones son irregulares en este momento’.

 Escuchó que a veces las mujeres, cuando están embarazadas y su vientre se ha hinchado, sienten que el esposo las odia porque piensan que están gordas. Quizás Elisa piensa eso.

Richard, vistiendo el cravat, se acercó a Elisa y se sentó de rodillas. Notó la sorpresa de Elisa al haberlo sentido acercarse. 

— Elisa, ¿no te vas a despedir de mí hoy? 

No quería que lo despidiera, pero lo dijo porque quería ver su rostro antes de irse. 

Pero Elisa, hundiendo su rostro más profundamente en la almohada, dio un gemido y respondió unos segundos más tarde. 

— Me voy a dormir. 

— ¿Pero por qué te cubres la cara? Te asfixiaras. 

— Mi cara está gorda así que me veo fea… 

Richard bufó por la respuesta de Elisa, quien no le mostró su rostro, así que jaló de la almohada de Elisa usando el viento. 

Elisa, que sorprendida por el viento, lo miró a los ojos y contuvo la respiración. Su rostro estaba justo enfrente de su nariz y la luz de la mañana rodeaba su espalda. 

A diferencia de la fría impresión, ojos cálidos la miraban fijamente. 

Thump, thump, thump... 

Al verlo, el fuerte sonido de su corazón desbocado retumbó en sus oídos. Richard, que miraba a Elisa fijamente, dijo. 

— Yo creo que eres muy bonita. 

Ante la voz tranquila y la mirada sincera el corazón de Elisa latió con más fuerza. 

Elisa, parpadeando por la sorpresa, sintió el calor subiendo por su rostro y gritó, enterrando su cara en la almohada nuevamente. 

— Oye, no digas nada raro. 

Cuando Richard estaba a punto de decir algo más, como si ayudaran a Elisa, un golpe sonó desde la puerta. Era Grayson, quien vino a anunciar que el carruaje estaba listo. 

—Volveré enseguida.  

Elisa ni siquiera respondió a las palabras de Richard. 

Richard dudó por un momento como si esperara la respuesta de Elisa, poco después se dio la vuelta y salió de la habitación. 

Cuando Elisa escuchó que la puerta se cerraba, bajó suavemente la almohada que cubría su rostro. Su rostro expuesto estaba enrojecido en su totalidad. Esta expresión en ella, era algo que él nunca debía ver. 

—Te odio… 

Si es ella la única que tiene estos sentimientos, no quiere ser atrapada. Elisa murmuró, mirando con resentimiento la puerta cerrada. 

—Tonto...



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