15. Pequeña llama.
Hace una hora, el carruaje que transportaba a Elisa y Richard llegó al pie de la montaña donde se estaba extendiendo el incendio forestal.
Allí estaba Aiden que llegó un poco antes que ellos.
Elisa y Richard se bajaron del carruaje y se acercaron a él.
— Padre.
— Elisa, has vuelto.
Aiden, que estaba usando el poder de Serriott para sofocar las llamas, estaba encantado.
Antes de escuchar toda la historia de él, Elisa creó una barrera de agua y comenzó a encargarse del fuego.
Solo entonces Aiden, que suspiró de alivio, comenzó a hablar de manera rígida.
— Este fuego, el poder de León...
— ¿El poder del león?
— Sí, no era su intención que pasara esto, pero es causado por su poder.
Los ojos de Elisa se abrieron en sorpresa a las palabras de Aiden.
Aiden le explicó a Elisa las cosas que habían ocurrido hasta el momento.
El hecho de que León fue a buscar leña con los niños, sobre la repentina aparición de los monstruos, y León haciendo usó de su poder para proteger a los niños.
Y sobre Rose, que pasaba por allí y reconoció la identidad de Leon e hizo que los caballeros lo persiguieran.
Cuando escucharon sobre la aparición de los monstruos, la expresión de Richard se endureció, y cuando escucharon la parte de Rose, la expresión de Elisa se distorsionó.
Elisa, mirando decididamente a la montaña que aún ardía con fuerza, dijo.
— Necesito encontrar a León.
El hecho de que León no pudiera controlar las llamas por sí cuenta significaba que estaba en una situación en la que no podía controlar su poder.
Debía apresurarse y encontrar al niño.
— Iré, lo buscaré desde arriba.
Richard voló para localizar la ubicación de León. Sería más rápido para él recoger a León, pero si cometía un error, el viento a su alrededor podría extenderse o avivar las llamas, por lo que no era conveniente que se acercara.
Mientras Elisa continuaba apagando las llamas, luego de dar un par de vueltas en el aire, Richard regresó.
— Lo encontré.
— León, ¿está bien?
Aiden le preguntó a Richard con una mirada preocupada.
Richard asintió, pero su expresión no era buena.
— Aparentemente no estaba herido... pero estaba llorando.
El corazón de Elisa y Aiden se hundió cuando escucharon las palabras.
Las dos personas siguieron la dirección señalada por Richard, sofocando las llamas a su paso.
Y finalmente, una pequeña figura de un niño emergió de más allá entre las llamas.
Elisa creó una barrera de agua, apagó el fuego y se dirigió a León.
— ¡León!
León miró fijamente a Elisa, quien apareció milagrosamente.
Elisa se acercó a León y le tendió los brazos.
— Está bien ahora, León. Ven aquí.
Con los ojos llenos de lágrimas, miró a Elisa sin poder creerlo, pero el niño, que no podía acercarse a ella, movió lentamente los pies.
Un paso.
El primer paso fue pesado y aterrador, pero a partir del segundo fue fácil.
León avanzó con pasos tambaleantes, como si estuviera a punto de caer, pero sin dudarlo corrió y cayó en brazos de Elisa.
Cuando por fin sintió la calidez y suaves palmaditas que lo abrazaban, la tensión en su cuerpo se alivió pero el llanto estalló.
— ¡Ay Dios mío!
Elisa abrazó a León, quien estaba llorando.
El pequeño cuerpo del niño estaba temblando.
En ese temblor, pudo sentir las emociones del niño que había tenido miedo de estar solo en esta montaña oscura, con un poder incontrolable.
Las vívidas emociones que le fueron transmitidas eran tan desgarradoras que le lastimaban el corazón.
Para León, que es un niño de cinco años, esto era un problema demasiado complicado para afrontarlo.
Elisa acarició y abrazó al niño que se aferró a ella con más cariño.
No podía dejar ir al niño que se aferraba desesperadamente a ella como si fuera su única salvación.
— Está bien... Todo está bien ahora, León.
Las lágrimas también se acumularon en los ojos de Elisa, que susurraba tiernamente para calmar al niño.
Aiden se quedó en el lugar del incendio y decidió limpiarlo, mientras Elisa se llevó a León a la casa del duque.
Fue porque no podía alejarse del niño que todavía estaba temblando.
Incluso en el carruaje, León no se apartó de Elisa y se aferró a sus brazos.
— Estamos aquí, señor. Señora.
Cuando llegó el carruaje, Richard le tendió los brazos a Leon
— Te sostendré.
Trató de sostener al niño, temiendo que Elisa pudiera agotarse, pero León se alejó como si no tuviera intención de apartarse de Elisa.
— Estoy bien, ve a trabajar.
Elisa asintió con la cabeza para mostrar que estaba bien y envió a Richard a la oficina primero.
Tenía trabajo que hacer para lidiar con el incendio.
Elisa subió al baño del segundo piso sosteniendo a León.
Había criadas esperando a Elisa frente al baño.
Ladearon la cabeza cuando vieron a León en los brazos de Elisa.
— ¿Este joven maestro es ......?
— Es un pariente. La última vez estuvo aquí con mi padre.
Los sirvientes exclamaron solo entonces, recordando la visita de Aiden y León a la casa del duque juntos.
Miraron el hollín en la ropa y las manos de León y dijeron:
— ¿Quieres que lavemos al joven maestro?
— No, lo haré yo. Vayan a descansar.
Elisa despidió a las criadas y entró al baño con León.
— León, ¿nos damos un baño?
— Lavémonos y vayamos a la cama. ¿Sí?
Cuando Elisa le habló al niño en voz baja, León, que había enterrado su rostro en los brazos de Elisa y no se había movido en todo este tiempo, miró hacia arriba.
La parte de su ropa en la que el niño había enterrando su rostro desde hace un tiempo estaba mojada de lágrimas y mocos, y el rostro del niño estaba cubierto de hollín.
Elisa desvistió a León y lo llevó a la bañera.
Y antes de meterlo en la bañera, dejó que las manos del niño se remojaran primero en el agua.
— No hace calor, ¿verdad?
León asintió en silencio. Elisa sumergió a León en la bañera y lentamente vertió agua sobre el diminuto cuerpo del niño.
Cuando el agua tibia tocó, el cuerpo del niño, que temblaba levemente, se calmó por completo. Entonces León, que había estado tranquilamente confiando en Elisa, preguntó.
— ¿La gente se lastimó?
Eran las primeras palabras que el niño decía después de ser salvado de las llamas.
Podía sentir la culpa que cargaba el niño a partir de esas palabras.
Cuando pensó en las emociones que estaban atormentando a este pequeño niño, su corazón se hundió.
'No fue culpa suya...'
¿A caso está mal que un niño proteja a un ser querido y se proteja a sí mismo?
Por supuesto, es cierto que la gente podría haber estado en peligro debido al poder incontrolable de León.
Sin embargo, no había necesidad de decirle eso en este momento al niño que ya se sentía culpable.
No es demasiado tarde el decírselo al niño después de que se haya calmado un poco.
Elisa asintió con la cabeza y habló con voz firme para tranquilizar al niño.
— Sí, todo el mundo está bien. Su Santidad y yo rociamos agua rápidamente y lo apagamos.
La mirada de León se iluminó con la respuesta de Elisa, pero pronto se volvió a oscurecer de nuevo.
— Usé el fuego... lo siento...
— Escuché que León lo usó porque estaba tratando de salvar a sus hermanos. Está bien.
Cuando Elisa consoló a León, el niño comenzó a contar lo sucedido con más calma.
— Aparecieron animales raros y trataron de lastimar a mis hermanos así que los alejé... Y traté de apagar el fuego... pero entonces esos hombres...
— El fuego comenzó por culpa de esos hombres... Si no fuera por esos hombres, León habría apagado todo el fuego, ¿verdad?
León, que escuchó a Elisa en silencio, vaciló un momento y asintió.
Al escuchar a Elisa parecía que ella tenía razón.
No, Elisa tenía toda la razón.
Ella siempre dice las cosas correctas.
Elisa acunó las mejilla de León entre sus manos y manteniendo el contacto visual con él, dijo
— Si no fuera por León, tus hermanos mayores habrían sido gravemente heridos por los monstruos. Tus hermanos te están muy agradecidos.
— ¿Lo están?
— Sí, buen trabajo, León.
Una pequeña sonrisa se extendió en los labios de León, que miraba fijamente a Elisa, que sonreía y hablaba.
***
Elisa regresó a su dormitorio después de bañarse con León.
León, que había estado en los brazos de Elisa hasta que entró al baño, cuando terminó de bañarse caminó al dormitorio de Elisa con sus propios pies.
Sin embargo, iba tomado de la mano de Elisa con fuerza y sin soltarla.
— ¿Este es el cuarto de la hermana?
— Sí, vamos a dormir juntos hoy. Está bien, ¿verdad?
— ¡Sí!
León sonrió ampliamente y asintió con la cabeza ante las palabras de Elisa.
Elisa se acostó en la cama con el niño.
Entonces León instintivamente se abrazó a Elisa y se hundió entre sus brazos.
Ante las acciones de León, Elisa sonrió con diversión.
El hecho de que León se abrazó a ella tan naturalmente en cuanto se acostó en la cama, significaba que León se aferraba a Aiden cuando dormía con él. Era divertido.
'Padre, al principio te mostraste reacio a confiar en León.'
Había una gran diferencia a cuando le presentó por primera vez a León y mostró su desagrado, eso la hizo reír.
Elisa miró los ojos de León, que estaban templando, y susurró, besando la frente del niño.
— Que tengas un dulce sueño, León.
— Hm...
El niño cansado debido al día largo y arduo se durmió rápidamente.
Elisa le dio unas palmaditas en el estómago a León mientras dormía y lo miró.
'Esta es una edad en la que quieres ser amado e infantil'.
Cuando conoció a León, sentía pena por el niño, pero después de dar a luz a Harness, estaba aún más preocupada.
Por mucho que su hijo sea tan precioso y hermoso, este niño frente a ella una vez había sido el más precioso y hermoso del mundo para su madre.
¿Cómo se sintió la madre cuando se tuvo que ir de este mundo dejando atrás a un niño tan hermoso?
Cuando piensa en esto su corazón duele.
Quería compartir su amor con este hermoso niño, incluso si su amor no era comparable con el de su verdadera madre.
Quería quedarse despierta hasta que Richard llegara, pero tenía sueño.
Mientras Elisa parpadeó sintiendo ya sus párpados pesados, escuchó un golpe en la puerta.
Pronto llegó la voz de la doncella.
— Señora, ¿está durmiendo?
— No, pasa.
La criada entró en la habitación y le tendió una carta a Elisa.
— El hombre que trajo esta carta dijo que esperaría hasta que le diera una respuesta.
Una carta a esta hora tardía. Elisa miró el sobre con ojos dudosos. Era una carta sin remitente escrito en ella.
Cuando abrió el sobre y miró la carta, había un nombre familiar escrito.
'Rose Cairo'.
El nombre de la persona responsable de lo que sucedió hoy.