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8. Seamos pareja.


Unos días después, llegó una carta para Elisa. 

La carta era de parte de Rose.

En la carta le pedía que fuera al palacio para conversar.

Elisa, que había anticipado esto, se dirigió al palacio.

Cuando llegó al Palacio del Príncipe Heredero, las criadas llevaron a Elisa a la sala de recepción.

La sala de recepción estaba espléndidamente decorada en color blanco y estaba llena de artesanías de oro por todo el lugar.

Alguno nobles ordinarios podrían quedar asombrados ante lo suntuoso del salón, pero esto no era algo que impresionara a Elisa, que vive en la residencia de Rubelin, en donde la sala de recepción está decorada con piedras luminosas, la joya más cara del continente.

En el centro de la sala de recepción estaba sentada Rose, que portaba el vestido y  los accesorios más coloridos que haya visto antes.

Elisa se acercó a ella, sonrió y le mostró cortesía.

— Veo a Su Alteza la Princesa Heredera.

— Bienvenida, Duquesa.

Rose, que estaba dando la bienvenida a Elisa, miró hacía su vientre mientras Elisa se sentaba.

Sin embargo, pronto sonrió y agregó amablemente.

— Gracias por venir aquí a pesar de que debe sentirse agotada.

— No es nada. Por cierto, es la primera vez que Su Alteza me llama.

— ¿No es la duquesa la que está al lado de la familia imperial de Arencia?

— La llamé porque en tiempos como estos, cuando el imperio está alborotado después de una larga guerra, pensé que deberíamos tratarnos la una a la otra y limar las asperezas.

Fue gracioso que Rose, quien abiertamente mostró hostilidad hacía Elisa, dijera tal cosa.

— Oh, Dios mío. Debería haberme acercado a su Majestad la princesa yo primero, pero estoy muy contenta de que se haya ocupado de eso primero.

— ¿Qué importa quién es la primera? Deberíamos haber aclarado el malentendido.

Rose fingió ser un princesa generosa y dejó una taza de té frente a Elisa.

Elisa, que la miró dejar la taza de té, torció la boca.

El té que Rosé preparó fue té negro, que no era bueno para las mujeres embarazadas.

Desde el principio no tenía la intención de tomar ningún té que Rose le pasara, simplemente porque no confiaba en ella, pero cuando vio el comportamiento de Rosé claramente malicioso, se sintió molesta.

— Lo siento, Su Alteza. Todavía tengo náuseas matutinas, así que no puedo ingerir té ni galletas.

De hecho, recientemente, los síntomas de las náuseas matutinas se aliviaron mucho.

Rose tenía una exagerada mirada de disculpa.

— Oh, lo siento. No fui considerada contigo.

— No, tomaré tu buenas intenciones como agradecimiento.

Elisa respondió con una sonrisa. Rose llamó a la criada para que retirara el té y las galletas.

Cuando salió la criada, Rose mencionó otro tema.

— Bueno, he oído que has estado ayudando mucho a los niños pobres. Me gustaría expresar mi gratitud como princesa heredera.

— Ni siquiera he empezado todavía, así que me avergüenza el saber que ya se ha enterado. Intentaré asegurarme de que los rumores no se queden en solo rumores.

— Recientemente, también ha ayudado a niños que perdieron a sus padres, ¿verdad?

— Sí, es cierto.

— ¿Puedo preguntar dónde está el orfanato? La Duquesa ha hecho un buen trabajo y, como soy la persona que se convertirá en la madre del imperio en el futuro, quiero contribuir a ese importante trabajo.

Después de escuchar la historia que salió de la boca de Rose, Elisa finalmente se dio cuenta que el punto principal de este encuentro había salido a flote.

— Bueno, ese es...

Elisa fingió buscar en su memoria por un momento y le preguntó con una mirada inocente.

— ¿Pero hay alguna razón por la que tiene que patrocinar ese orfanato? Sin importar cuál sea el orfanato que ayude, ellos estarán esperando ansiosamente su patrocinio.

Mirando a esa exagerada inocente expresión, Rosé se dio cuenta que Elisa estaba escondiendo deliberadamente al niño.

El día que Elisa encontró a León, los mercenarios de Rose estaban rondando a su alrededor, esperando un momento para tratar tranquilamente con el niño.

Pero Elisa se llevó a León en el carruaje. Los mercenarios la siguieron sin darse por vencidos.

Pero quizás los notaron en algún momento, porque el carruaje del duque de Rubelin avanzaba de un lugar a otro. Debido a eso, los mercenarios finalmente se fueron sin éxito.

'Pequeña perra. Te has dado cuenta.'

Rosé había estado mirando detenidamente a Elisa, esperando que las palabras de Elisa fueran una coincidencia, pero Elisa que acababa de notar el trasfondo de los comentarios de Rose sabía que ya no había nada que esconder.

Rose, que ya no estaba ocultando sus pensamientos, dejó salir su frustración y la amenazó revelando una expresión hosca.

— Ya no finjas y dime. ¿En dónde escondiste al niño?

Rosé, frustrada por las emociones, se despojó de su dignidad y dejó salir sus palabras.

Sin embargo, incluso frente a Rose, Elisa parpadeó con una mirada natural como si no supiera nada, y se rió suavemente.

— No sé qué niño es del que estás hablando. ¿Buscas a algún niño en particular?

— ¡Perra desvergonzada! ¿Cómo te atreves a mostrar tanta seguridad siendo tan descarada? ¡Iré hacía Su Majestad y le diré lo que has hecho..!

— ¿Qué es lo que le va a decir a Su Majestad? ¿Qué está enojada porque encontré a un niño abandonado y lo dejé en un lugar seguro?

Rose se quedó sin habla cuando Elisa preguntó.

Elisa parecía saber que las personas que la habían seguido eran los mercenarios que  ella envió, pero no conocía la identidad de León.

Pero era solo la ilusión de Rose. Como para confirmarle la verdad, Elisa continuó.

— ¿O les dirás que la duquesa de Rubelin se atrevió a esconder al niño Imperial?

Elisa preguntó con una sonrisa. Ella ya lo sabía todo.

Incluso si no conociera la historia de la novela, fácilmente se podría inferir lo que está sucediendo si se piensa detenidamente en la relación entre la familia imperial y Rubelin, la noticia de su embarazo, los caballeros del palacio imperial paseando por la plaza, el comportamiento de Rose que de pronto demuestra interés en los orfanatos.

Rosé no parecía haber podido calcular el hecho de que tal razonamiento era posible.

— Tú, ya lo sabes...

— Entonces ve con Su Majestad ahora mismo y miéntele, dile que el duque de Rubelin está tratando de matar al de su sangre.

— ¿Piensas que no puedo hacerlo?

— ¿Lo que pienso es en cómo se lo dirás?

— ¿Qué?

— Para empezar, no tienes pruebas, ¿no te preguntaría su alteza el cómo sabes que el duque de Rubelin intenta matar a un descendiente del imperio?

Sería extraño que Rose, que solo está en el palacio imperial, supiera algo como eso, que incluso los caballeros imperiales no pudieron notar.

No es como que ella conociera las circunstancias de cada niño.

Si Rose incriminaba a Elisa frente al Emperador, eventualmente revelaría lo que ella misma había hecho.

— ¿Te crees una noble solo porque te has casado con tu marido de alto estatus? No eres más que una niña nacida en una aldea rural ¿Cómo te atreves a burlarte de mí?

Rose tembló con los puños cerrados y una mirada malvada en su rostro.

Elisa, que escuchó sus palabras hasta el final con rostro indiferente, se levantó de su asiento como si ya no valiera la pena escucharla.

Luego, agitó el contrato frente a los ojos rencorosos de Rosé que la miraba fijamente.

Los ojos de Rose se agrandaron después de ver eso.

— Pero, ¿Cómo lo conseguiste...?

El contrato tenía la firma manuscrita del ayudante más cercano de Rosé, la criada. Según los hallazgos de Elisa, la criada dejó recientemente el Palacio del Príncipe Heredero y se fue a su ciudad natal.

El contrato decía que Rose daría el pago acordado a los mercenarios que tuvieran éxito en su misión. Si la sirvienta es la persona mas cercana a la joven dama, que es de una noble familia bastante conocida, valía la pena confiar en el trabajo encargado al gremio.

El contrato estaba originalmente en manos del maestro del gremio, pero Richard lo intercambió por el doble de la cantidad que se había ofrecido como pago.

Si Elisa le mostrara eso al Emperador, sería una evidencia innegable.

Elisa se inclinó ligeramente hacia Rose, que estaba confundida, y le advirtió con voz tranquila.

— No toques a niños inocentes.

Si daña a cualquier niño inocente ella podría mostrarle esto al Emperador.

Fue una amenaza tácita.

— Si no dañas a los niños, este contrato nunca caerá en manos del Emperador.

Elisa hizo una reverencia cortés ante Rose, que temblaba con rabia contenida.

— Entonces te dejaré en paz, mi señora. Llámame cuando quieras para compartir tu opinión conmigo.

Al igual que cuando entró por primera vez en esta sala de recepción, Elisa le sonrió alegremente a Rose.

Salió de la sala de recepción dejando atrás a Rose.

Rose, que estaba mirando la espalda de Elisa, tiró el cojín junto a ella después de que se cerró la puerta.

— ¡Argh!

La voz furiosa de Rose resonó en la tranquila sala de recepción.

Elisa le había prometido a León que el día de hoy lo iría a visitar al templo.

Así que Elisa había estado muy ocupada desde la mañana.

El pan y las galletas que había prometido darle a León estaban empaquetados en una bolsa, cuando trató de subir al carruaje, Richard atrapó a Elisa.

— Ve conmigo, Elisa.

— ¿Al templo?

— Tengo que darle un vistazo a ese tipo.

Elisa notó que "ese tipo" al que Richard se refirió era "León".

Richard tuvo una infancia similar a la de León, así que tal vez podría ayudarlo.

Pensando eso, Elisa asintió de buena gana.

Richard abrazó a Elisa con cuidado para ayudarla a subir al carruaje. Mientras la ayudaba a sentarse puso muchos cojines en la espalda y en la cintura de Elisa.

Gracias a eso, Elisa pudo sentarse en una posición cómoda, apenas sintiendo la vibración del carruaje.

'Mi esposo, se está volviendo cada vez más como un padre'.

Elisa sonrió suavemente cuando lo vio cuidando de ella y del niño en su vientre.

Una vez hizo que Elisa se sintiera cómoda, Richard preguntó.

— ¿Qué vas a hacer con él?

— ¿A qué te refieres? 

— Está bien ahora porque aún es joven y no sabe nada, pero cuando crezca un poco más, lo sabrá. Que tiene poderes diferentes a los demás.

Después de eso Elisa se dio cuenta del significado de la pregunta.

Ella también pensó en cómo criar a León en el futuro.

Sin embargo, no había una respuesta correcta al futuro del niño. Ni siquiera podía estar segura de qué responderse a ella misma.

— Cuando León aprenda sobre sí mismo, intentaré preguntar de nuevo. '¿Cómo quieres vivir?'

Si quiere convertirse en Emperador y liderar el Imperio en una mejor dirección, lo ayudará a hacerlo, y si quiere vivir felizmente ocultando su poder, también lo ayudará a hacerlo

Es desafortunado vivir una vida que no se quiere vivir solo por el poder de la familia.

Elisa agregó, mirando a Richard, quien tuvo que vivir una vida que no deseaba debido al poder de la familia.

— Hasta que llegue ese día, solo lo ayudaré a crecer saludable y feliz.

Le mostrará los muchos caminos que un niño puede elegir.


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